Decimo Primer Capitulo: En la mira

 

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La cocina poseía incluso un tanque de gas lleno de polvo con un código al que le tomo foto, inspeccionó cada cajón y no descubrió anomalías algunas asi que regreso al centro del comedor mirando hacia la puerta la cual dejó abierta mientras que las ventanas a su espalda era opacas por la suciedad y se acomodó para intentar leer el diario, justo al momento que lo abrió una piedra rompió el silencio sepulcral viniendo de una de las ventanas traseras.

— ¡Que carajos pasó! —se asustó a tal punto que se escurrió rápidamente lejos de la vista de las ventanas y se agacho para ver a la puerta mientras sacó su arma.

—Hay alguien allí afuera, las ventanas estaban muy opacas como para que notará la poca luz de mi linterna, debo acercarme al pilar del fondo y tratar de husmear por el hueco—apagó su linterna, comenzó arrastrarse hacia el pilar y cuando ya había llegado pensó en estirar un poco para husmear pero un sonido como un relámpago atravesó la ventana con tal fuerza que rompió gran parte de los vidrios y la bala fue a dar al tumbado haciendo un orificio bastante pronunciado.

— ¡Carajo! ¡Carajo! ¡Esa mierda era más fuerte que un disparo de escopeta! Quien sea que se encuentra abajo tiene buena arma y puede prever que haré, maldito lugar solo tiene una entrada y una salida—espero cerca de cinco minutos y se asomó pero no logró ver a nadie afuera, se arrastró hasta donde estaba el diario el cual guardo y avanzó hasta la puerta para salir a toda prisa hacia el corredor.

—Si llego primero que él puedo mantenerlo a raya antes que suba la escalera—de repente comenzó a escuchar voces, eran de hombres que hablaban y discutían, se cuestionó si no perdió la cordura o aquel lugar le estaba obligando a imaginar cosas, cada segundo dichas voces eran más fuertes y venían de subiendo la escalera así que regreso al comedor totalmente oscuro y puso la espalda contra una pared del extremo derecho mientras mantenía el arma con él, estaba acorralado totalmente.

—El jefe nos dijo que lo mejor era inspeccionar este sitio ya que aquí quizás alguien podría vagar buscando algo, aunque no recuerdo que podría conseguir—dijo un hombre con voz nasal.

—No hay nada, pero hoy es el gran momento del jefe y tú sabes que tan precavido es así que supongo que quiere que todos los puntos se encuentren resguardado, dudo que le agrade la idea de que alguien encontró el pasaje—pronunció un tipo de voz rasposa.

—Pero cuando salimos habían mencionados los otros que al parecer hay un intruso en los niveles medios, me preocupa que pueda hacer dicho tipo—comentó un sujeto que hablaba lento.

—Nada podrá hacer, todo aquel que entra al subsuelo morirá allí y será devorado por la tierra y en caso que llegase avanzar no pasaría por el jefe asi que mantente tranquilo—respondió el tipo de voz nasal.

—El trabajo más duro se lo lleva el equipo de sorpresa, ellos si tienen un trabajo arduo y serán los más elogiados por el jefe—

—Claro ellos tienen un trabajo bastante duro pero completar todo el plan será un éxito lo que el jefe comenzó hacer hace diez años—dijo el tipo lento, ya habían llegado al corredor y comenzaron a caminar hacia el comedor el cual se encontraba cerrado, el diablo se había escondido debajo de un mesón a la izquierda para esperar que lleguen.

—Hace mucho que no veníamos por aquí desde que limpiamos todo, este lugar es un tanto nostálgico—pronunció el tipo de voz rasposa abriendo la puerta, todos vieron expectante la ventana rota y el tumbado con un hueco en el cual aún caían como pequeño polvillo de material por el reciente impacto de bala.

— ¡Que carajos pasó aquí! ¡Quien mierda hizo todo esto! —gritó el tipo de voz nasal mientras comenzó a curiosear por todo el comedor.

—Mira los vidrios están aquí dentro, esto lo rompieron desde afuera y ese hueco parece reciente—dijo el lento señalando el tumbado, los tres se encontraban ya en la mitad del comedor, mientras que el diablo había sacado un cuchillo que sujetaba con fuerza en su mano izquierda, aunque al oír que los sujetos reconocían que alguien más andaba en el sector les inquieto de sobremanera, quiere decir que quien le disparo no está del lado de esos tipos lo que podría ocasionar un enfrentamiento triple.

—Debemos revisar por aquí y ver si encontramos algo, cuando subíamos por la escalera me pareció escuchar un estruendo pero supuse que es de la tormenta que dijo el jefe que se avecinaba y ahora comprendo que debió ser el disparo—pronunció el tipo de voz nasal.

—Yo iré por la cocina a revisar todo allí—el tipo de la voz rasposa se dispuso a caminar con su linterna, fue recto y pasó la puerta por donde estaba el mesón, a tan solo un metro de su pierna izquierda se ocultaba en las sombras el diablo el cual comenzó a caminar hincado detrás del sujeto.

— ¿Quién carajos podría querer venir aquí sino existe nada en este lugar? —caminó hasta donde estaba la refrigeradora y comenzó a husmear por los rincones, mientras que a unos metros detrás de una mesa se encontraba un peligro para su ser.

El diablo se irguió con rapidez atrás del sujeto, le pateo la parte trasera de la rodilla desestabilizándolo, con la mano izquierda de manera casi inmediata se la posó sobre los ojos, el tipo lo último que vio fueron unos dedos y cuando dispuso a gritar solo silencio  y sangre salía de su boca, la mano lo había empujado para hacerlo caer mientras un filo rebanaba su garganta, acercó sus brazos para sacarse al sujeto de encima pero este le clavo un puñal en el costado de la costilla izquierda y sintió como se desinflaba, la fuerza abandonaba su cuerpo entonces notó que su asesino tenía guantes porque sujetó sus manos pero no poseía fuerza alguna solo giró la cara y entre tantas sombras logró medianamente ver su rostro y sonrió, movió los labios lentamente como si dijera algo y cerró los ojos, su cuerpo fue acostado en el piso.

—Ese movimiento de labios… algo quiso decir, creo que dijo no eres… no comprendí lo último—comenzó a revisar el cuerpo y solo encontró un cuchillo de los que se usan para cocina y supuso debía haber sido del comedor, aquellos sujetos conocían el lugar mejor que él por lo tanto ellos debieron poseer un camino oculto en el hospital, lanzó una cuchara hacia un anaquel metálico para atraer a los otros dos y tenderles una trampa, dejó el cuerpo en el paso de tal forma que quien entre apenas a la cocina pueda notarlo mientras que él se quedó a un lado de la puerta.

Se escucharon gritos llamando al sujeto por el nombre de Isaac, los pasos eran cada vez más cercanos y entonces cuando ya pudo sentir que faltaban pocos metros para que crucen la puerta y caigan en la trampa volvió a escucharlo. Un estruendo rompió el silencio, solo entendió un grito ¡Quien eres tú! De repente esa voz se calló de manera estrepitosa y un silencio sepulcral invadió el lugar. Él sujeto que le disparo hace poco tiempo estaba allí y había acabado con los sujetos al parecer, entonces comprendió que aunque ahora era un solo tipo tenía mayor dificultad, sentía inseguridad ante que acción pueda hace el sujeto entonces pudo escuchar la voz del sujeto y un quejido de alguien que se encontraba reducido.

—Sé que estas allí e incluso hay un aroma leve a sangre que me indica que debiste haber asesinado al otro sujeto que andaba con el que acabo de matar y a quien tengo capturado aquí, te sugiero que salgas y vengas con tu arma arriba, he de suponer que eres un limpiador pero de algún político que tiene que ver con este lugar—aquellas palabras lo hicieron sentir desnudo, el sujeto aunque no se conocían había deducido bien quien debía de ser.

El diablo permaneció mudo, no existía ninguna garantía para que no le disparara y peor aún si tenía alguien capturado también le interesaba él para torturarle quizás por un poco de información y si fuese poco tenía consigo dicho diario que aunque no leyó era la única pista de valor, sudaba frio y sentía que cada segundo era más lento que el anterior, la voz no salía de su garganta hasta que le volvió a escuchar.

—Vine aquí porque me informaron que había un visitante en este sitio así que te sugiero que salgas y vengas para que dialoguemos, no pienso dispararte y es mejor que te apures antes que llegue la policía aquí—aquellas últimas lo hicieron reaccionar al diablo.

— ¿Por qué va a venir la policía? ¿Acaso alguien los llamó? ¿Qué está pasando afuera? —todas esas dudas lo comenzaron a invadir.

—Estar aquí te aísla del mundo estimado limpiador, para que sepas han encontrado muchos cuerpos de personas inocentes el día de hoy y el día de mañana habrá una huelga desde la primeras horas encontrar de la policía, pero han convocado a todos los efectivos de la policía a patrullar la ciudad desde ya por miedo que exista disturbios y según mis fuentes este lugar ha sido denunciado por los moradores cercanos hace poco tiempo, así que considerando donde nos encontramos y el problema que ocurre en la ciudad dentro de poco llegaran al menos dos patrulleros—el diablo entonces sintió enojo por los moradores, pero le dio curiosidad saber porque demoraron tanto en llamar a la policía y no lo retuvieron antes.

— ¡carajo!, voy a salir confiaré en tu palabra—el diablo se levantó de donde estaba y caminó hacia la puerta, entonces lo vio, el sujeto vestía una camisa negra con jeans, zapatos que parecían de cuero y cargaba dos grandes revólveres en sus manos mientras que con un pie aplastaba a un sujeto de aspecto desagradable, era alto y de anchos hombros, cargaba gafas y guantes así que en ese momento tuvo una especie de espasmo que le recordó algo hace muchos años.

En sus inicios como limpiador le habían comentado que había un sujeto que llevaba décadas ejerciendo la profesión, que incluso se rumoreaba que había sido el primero de todos ellos hace ya casi cien años y que incluso algunos le rezaban como santo para guiar sus balas a los objetivos y librarlos de cualquier mal, aquel hombre lucía imponente, su aspecto no era el común de todos, parecía ser un extranjero distinto a los que conocían y que sus armas eran dos viejos revólveres que sonaban como un rugido que no existía presa alguna que sobreviviera a sus cacerías y que su arma nunca había sido disparada hacia los inocentes, entonces lo comprendió ante él estaba erguido una leyenda de los días de la guerra, aun en sus años de limpiador supo que jamás lograría empatar el marcador de bajas con aquel hombre que solo inspiraba temor.

—Tú eres…él…el santo de las armas—su voz temblaba y supo que si estaba del lado de aquel sujeto saldría vivo de la policía.

—Así me llaman algunos, pero mi nombre es Juan Batista— dijo mientras se sacó las gafas y dos ojos de colores distintos brillaban a la luz de la luna.