Capítulo Anterior: Un Crimen Atroz
Carlos Márquez comenzó a indagar en
todos los rincones de la ciudad que eran cercanos a los homicidios, investigo
si existieron hechos históricos acontecidos en las cercanías o algún tipo de
relación casi imperceptible entre las víctimas, puede que entre los difuntos no
exista alguna relación pero en su mente cabía la posibilidad de considerar que
había mínimo una persona más en la escena del crimen.
Dicha persona desconocida era quien se llevaba las partes
cercenadas y terminaba de cortar la cabeza, obviamente el suicida no podría
haberse cortado el solo, en ambos casos disponían de pequeños objetos corto
punzantes que requerían tiempo y esfuerzo en poder cercenar una mano.
Todos los vehículos que podían visualizarse en las
grabaciones permanecían muchos minutos e incluso horas después del suicidio, es
decir que el recogedor de miembros no usaba ninguno de estos y fueron
identificados todos los dueños de los carros.
La opción de poder escapar hacia el cielo sabe dónde
con una cabeza y una mano a pie parecía hacer dudar la existencia de aquella
persona, Carlos supuso que dicho trabajo solo lo realizaría una persona, en
caso de ser dos significa un mayor peligro a ser descubierto y el corte de los
cuellos era como la primera vez que alguien despelleja el pollo, no sabe usar
bien el cuchillo y parece ejercer presión en vez de serruchar con este por lo
tanto es alguien que es primerizo que ni siquiera ha de saber cómo cortar un
filete de carne de manera adecuada.
La mujer que fue encontrada se encontraba paseando
sola esa noche, no poseía compromiso ni hijos, en su cuerpo no se pudo hallar
ningún celular, pero al contactar familiares estos supieron indicar que ella
había comprado hace poco un modelo de una marca conocida, por lo cual Carlos
dedujo que quien se llevó la cabeza poseía el celular, pero lo más importante
estaba en el hecho que el hombre fue encontrado con su celular, todas sus
conversaciones y mensajes no reflejaban que se encontraría con nadie dicha noche,
solo eran conversas amistosas.
En la primera escena del crimen fue encontrado el
celular que es visible en las grabaciones, en la segunda escena nunca se ve a
la mujer usar su celular con excepción de una hora antes de la tragedia, por lo
tanto se pueden deducir varias opciones que justificarían la ausencia del
celular.
Se estaba poniendo en contacto con una persona fuera
de su círculo interno y familiares, dicha persona debe ser quien recogió las
partes del cuerpo, se puede sospechar por el hecho de que ninguno de sus amigos
llego al sector y en la investigación ningún conocido tenía planeado reunirse
con la difunta como tampoco conocían de sus planes aquel día.
Puede que hubiese tomado foto de algo o grabado un
video, quizás ella no sería quien iba a morir esa noche, vio una actitud
sospechosa y decidió registrarla.
En las grabaciones al encontrarse fuera de la calle
comienza a fumar y es notable como mira hacia todos los lados, su lenguaje
corporal refleja intranquilidad, por lo que haber salido del bar donde se
hallaba era un poco tonto a menos que algo la hiciera sentir amenazada en aquel
lugar, se encontraba dentro de un establecimiento repleto de personas donde
podría verse en menor peligro que en la calle.
El análisis respectivo de ambos cuerpos pudo sacar a
flote que poseía un alto contenido de aliento del diablo, aquella droga maldita
que inhibe del juicio a sus víctimas.
Por lo tanto Carlos pudo deducir la siguiente
conjetura:
En la primera escena del crimen el difunto estaba
paseando y en un momento dado sale a fumar, después sucede el suicidio como si
fuese un acto voluntario y deseado. Su celular es encontrado al igual que la
billetera.
En la segunda escena la mujer está disfrutando en un
bar, se puede notar como llega al bar y tenía horas en dicho sitio tomando,
disfrutando del ambiente pero comienza a chequear su celular y sale de allí.
Entonces en las afueras del local, en plena calle
vacía comienza a fumar mientras ve alterada su entorno, hasta que parece entrar
en paz y es el momento donde da rienda suelta a la autolesión. Su celular no es
encontrado en ningún parte, pero si su billetera.
Por lo recopilado ambas víctimas fueron drogadas de
alguna forma e inducidas al suicidio, en ningún caso se les ve hablar con nadie
en persona a más de un par de sujetos en las discotecas que ya fueron
interrogados y los mensajes del primer difunto no reflejan actitudes suicidas.
Por lo tanto alguien suministro la droga en un punto entre una a dos horas
antes del suicidio para que haga efecto lentamente.
Las cámaras de los establecimientos muestran como los ahora
muertos iban al baño, pero nadie después de ellos o antes con poco intervalo de
tiempo, también la actitud de la mujer deja claro que o bien podría sufrir en
ese momento un ataque de ansiedad o de verdad se encontraba amenazada.
Carlos entonces concluyo que el recogedor es quien
suministra la droga y está vigilándolos constantemente para asi saber en qué
momento accionar, no posee vehículo alguno y solo opera de noche para
escabullirse mejor con sus premios enfermizos que parece reclamar de los
suicidas, de alguna forma sabe cómo burlar las cámaras y que el misterio más
grande son los cigarros.
Ambas personas fumaron momentos antes de iniciar su
momento suicida, pero en ambas escenas no se encontraron colillas de cigarro,
se debe hacer hincapié que la policía registro la hora de haberse consumado y
efectuó un levantamiento de pistas lo más pronto posible, por lo tanto podría
estar cerca dicha colilla y no fueron noches de vientos.
Tampoco llevaban en su cuerpo cajetillas de cigarro y
los amigos íntimos o familiares revelaron que nunca los vieron fumar en vida,
en peor de los casos la mujer sufría de asma y el hombre mantenía una vida
libre de tabaco por un hermano fallecido de cáncer de pulmón.
Como cerecita en el pastel ambas manos amputadas
fueron la derecha, pero las víctimas eran zurdos, aquel pequeño detalle era muy
extraño, ambas personas no tenían costumbre de fumar, zurdos de nacimiento,
murieron viernes y horas cercanas, por lo tanto aun cuando más lejanos parecían
ser, tenían cierta cercanía en pequeñeces que para Carlos podrían ser
significativas.
Estos detalles al parecer insignificantes permiten
constatar que el recogedor conocía a las víctimas de alguna forma o todo eran
una gran cantidad de coincidencias.
Ambas escenas del crimen eran alejadas por muchas
cuadras, pero presentaban una gran particularidad, los sectores donde se
encontraban los establecimientos comerciales tienen un excesivo resguardo
policiaco en determinadas horas y pasada la madrugada es común ver miembros de
pandillas en la zona, estos protegen los locales de personas belicosas u otros
ladrones fuera del sector en lo que denominan su territorio.
En ese caso lo suicidios acontecieron casi en la misma
hora siendo una coincidencia que la policía hace batida en el sector hasta la
media noche y los pandilleros comienzan a la una de la madrugada a pasear en
sus motos por el sector, dicha hora es conocida como la hora feliz.
Quien suministro la droga conoce el sector, sabe que
en dicha hora nadie estaría merodeando por las calles y la cerecita del pastel
radicaba que a tan solo dos cuadras de ambos establecimientos al cruzar
callejones sin luminarias se podía llegar al cementerio general.
El recogedor debía haber huido en aquellas dos
ocasiones por dichas peatonales que no poseen iluminación y no existe
regeneración urbana en ese sector por lo tanto no es resguardado con cámaras.
Entrar al cementerio solo era posible en las altas
horas que se cometían las muertes, los guardias solo resguardaban las puertas
del camposanto y aunque tenían la tarea de patrullar se limitaban a pequeñas
vueltas cerca de su entrada, escuchaban voces y algunos poseían temor de que en
las partes más oscuras algo los ataque.
El recogedor debía ser alguien que trepara las rejas
del cementerio, solo la sección cuarta y quinta se encontraban sin malla
eléctrica por lo tanto este era el lugar adecuado y dichas secciones se ubican
frente a peatonales desamparadas.
Carlos siempre se dedicaba a trabajar solo, no solicitaba
refuerzos con excepción de un par de policías que con los cuales tenía
confianza.
Logró conseguir un permiso y hacer todos los trámites
pertinentes para poder inspeccionar el cementerio, cargó dos pistolas, un
cuchillo y un par de cargas por si la situación se tornase peligrosa, su
linterna colgaba de su pantalón y usaba un uniforme oscuro con un chaleco
antibalas ligero por si existiese algún tipo de eventualidad, también llevaba
un poco de alcohol y mentol, con un par de años de experiencia nunca estaba de
más si le tocaba entrar en algún lugar pestilente.
Eran las ocho de la noche cuando entró por la puerta
principal del cementerio, era viernes y tan solo había pasado una semana de que
falleciera la mujer, concluyó que podría ocurrir un asesinato así que esperaba
encontrarse con alguien o pruebas en el camposanto, mientras que mandó a
patrullar todo los sectores aledaños donde ocurrieron los crímenes.
Los demás policías no le daban apoyo directo por
conocer que tipos de casos crueles eran sus preferidos de resolver, así que
siempre trabajaba con la ayuda de su hijo adoptivo, quien se dedicaba a
investigar para él y le pasaba la información por mensajes.
Tenía horas merodeando los pasajes del cementerio, no
encontraba ningún tipo de rayón o grafiti en estos como tampoco la pintura era
reciente por lo tanto no habían personas causando problemas en el cementerio en
la mañana y tampoco en la noche, no pudo observar fundas de comida o colillas
de cigarro en ningún lado, pero si le pareció bastante curioso un hecho que
vio, donde comienza la quinta puerta y culmina la cuarta se encuentra una plaza
con la tumba de un antiguo presidente.
Lo extraño radica que en dicho sector del cementerio
los gatos no cruzan, en todo lo demás están paseándose entre tumbas y asientos,
pero conforme el animal pasa cerca del lugar parece asustarse y se aleja.
Había llevado un par de piqueos para calmar el hambre
y también agua para mantenerse hidratado o en caso de heridas, pero cuando ya
había inspeccionado ambas puertas sin encontrar nada tomó asiento en un
pabellón abierto, cercano a la plaza.
Aún faltaba cerca de dos horas para que sea la
medianoche así que si en caso de no suceder nada o ser notificado hasta la una
de la mañana solicitaría que le recojan y así marcharse a su hogar.
Se encontraba inmerso en sus propios pensamientos
esperando que el tiempo pasara hasta que sintió la vibración de su celular,
reviso y tenía un mensaje.
—Jefe, según los siguientes datos ambas víctimas
tenían en común haber asistido a una reunión de zurdos celebrada hace seis
meses, poseo el listado y dicho evento se trataba de implementos del diario
vivir para zurdos, de existir otra víctima y ser zurda quiere decir que el
asesino es alguien que estuvo en la conferencia, solo quince personas
participaron y hubo un orador al cual el día de mañana podría ser entrevistado—
—Gracias por tu trabajo, hoy se decidirá si el asesino
pertenece a tal grupo, en caso de hallar algo o necesitar ser recogido te notificaré,
estamos en contacto—le pareció increíble la posibilidad que el asesino cace
personas que tienen un rasgo tan ínfimo.
Pasaron muchos minutos hasta que logró escuchar un
leve ruido como si algo hiciera sacudir las rejas, salió en absoluta oscuridad
y miraba con cuidado, pudo dilucidar una sombra que caminaba como gato
agazapado sosteniendo una gran funda que parecía ser de yute.
Conforme la figura se movía él a lo lejos le seguía el
paso en aquel viejo laberinto de la muerte, notó que la sombra que pensaba ver
no era más que un muchacho menor bastante joven, apenas vio su cabello y rostro
le era difuso.
Pensó acercarse con velocidad y apuntarle con el arma,
pero quería conocer que secretos podía mostrarle escondidos en aquel viejo
cementerio, el aspecto andrajoso y parecía hablar solo le hicieron estremecer,
notó como el joven tomó rumbo hacia la plazoleta donde los gatos no se
acercaban y en la estatua del presidente tocando ambos ojos sonó como si un
cerrojo se aflojara, entro en el pabellón de este y Carlos comenzó acercándose
hasta que pudo ver una trampilla con escaleras por las cuales supuso había ido
el sujeto.
La trampilla se cerró y quedó en aquel pabellón
vigilando si alguien salía de nuevo, pensó que aquel túnel debió ser puesto
hace tiempo antes que los asesinatos, pero le invadía la duda de si los
cuidadores del cementerio tenían conocimiento o fue una obra secreta y olvidada
de los tiempos que la ciudad era invadida por piratas.
Mensajeo a su ayudante solicitando que sea recogido,
un túnel secreto por el cual escapo un muchacho con aquella funda era muy
sospechoso como para ser un delincuente común, aunque llevaba años en la
policía sabía que siempre existía interés políticos cruzados con la podredumbre
de la calle.
Su ayudante le contestó que en unos minutos iría a recogerlo
en la puerta seis la cual estaba con guardianía por orden suya, también le
comentó que fue hallada una nueva víctima y esta vez le faltaban ambas manos,
pero sus ojos no estaban mientras que la cabeza si, el método de recolección
había cambiado con excepción que era alguien saliendo de un bar cerca del
cerro, con velocidad dedujo que si aquel asesinato hubiese hecho tal acto era
para confundir a quienes siguen sus pistas o los ataques son de carácter
personal y la mutilación de los miembros tiene algún significado, aquella
victima también perteneció al grupo que fue a dicha conferencia por lo tanto el
asesino debía ser un hombre joven que haya participado en el evento con algún
tipo de asunto inconcluso o rencilla con las víctimas.
Se encontró con su ayudante y prefirió no conversarle
de lo que vio, solo confiaba en un par de policías que aunque el catálogo de
vagos eran leales, tres investigadores que trabajaban conjunto con el jefe de
la policía.
Consideró que en primer lugar iría hablar con las personas
que estuvieron en la conferencia, en la prensa no se dio nombre de las víctimas
ni datos personales por lo tanto estos no tenían conocimientos de estar bajo
ataque y debía discernir si la selección de víctimas era al azar o existían
criterios específicos por que morían.
Ángelo Buenaventura, presentador de show artístico y
fue él quien dictó una conferencia de zurdos en la ciudad, se dedicaba al
espectáculo y tenía un negocio para zurdos como un hobby, aunque algunos
consideraban tal idea absurda y supusieron que era un método de lavar dinero.
De cabello castaño oscuro, bigote de brocha y lentes
oscuros con ropa siempre semi formal se le podía encontrar en su negocio cuando
no tenía algún asunto del espectáculo.
Carlos le había citado para hablar con la excusa que
deseaba tener una idea de cómo mejorar su casa para su hija zurda, era buen
mentiroso si la situación lo requiere.
—Es un gusto para mí saludar un hombre tan preocupado
por el bienestar de su descendencia—le dio la mano mientras le sonrió, el tipo
era carismático y su voz parecía armoniosa como si sus palabras buscaran adular
y enganchar como un vendedor profesional.
—Buenas el gusto es mío, quisiera charlar sobre un
tema en concreto—
—Claro mi estimado, pregúnteme lo que guste—le invitó
a tomar asiento.
— ¿Usted dio una charla para zurdos hace unos cuantos
meses en el palacio de cristal donde asistió el señor José Madero Aguirre y una
señora de medio siglo de edad de nombre Lourdes Tiwinza? —la cara del sujeto
cambio y no mostraba su sonrisa, parecía hacer notar un recuerdo amargo.
—Sí, es imposible olvidar aquella charla por lo que
sucedió, no recuerdo bien a las personas que menciona usted, pero supongo que
son parte de lo que aconteció ese día, ¿Usted es policía? ¿Qué anda buscando?
Sea específico y sin rodeos—sacó un cigarro y comenzó a fumarlo mientras
esperaba una respuesta satisfactoria.
—Si soy policía, me encuentro investigando la muerte
de aquellas dos personas y una tercera de nombre Víctor Buendía, todos fueron a
su charla y han muerto en los últimos viernes así que necesito me cuente que
sucedió aquel día o si hubo un suceso en particular, aunque por sus palabras
parece que fue un evento memorable—
—Sí que lo fue, toda la charla marchaba con
tranquilidad, pero en un momento al cabo de media hora de iniciar llegó un
muchacho que había cruzado la seguridad, se le notaba descuidado en su aspecto,
comentó que deseaba escuchar la charla porque su papa había sido zurdo y él de
niño fue zurdo pero su abuela le pegaba para que escriba bien, sentí empatía
por él y le permití estar en aquel lugar porque dicho recuerdo me fue recíproco,
pero al cabo de unos minutos una mujer de edad que he de suponer quien
mencionas y otro joven vestido de oficinista sentados frente él se quejaron que
este no paraba de hacer gestos extraños y que murmuraba, le pedí al muchacho
que me indicara su nombre y solo respondió Lázaro, le pregunte si estaba bien o
necesitaba ayuda pero noté que él temblaba como si tuviese frío, la mujer y el
sujeto le siguieron reclamando que se calle, esto fue mencionado también por
dos hombres más y comencé apaciguar la situación, el muchacho se mantuvo en
silencio—
—Al parecer los difuntos eran personas de pocas
pulgas, si ellos lo trataron así eso debió haber hecho resentir al joven—
—Considero que sí, al culminar la charla había una
mesa de bocadillos en la cual todos se acercaron, yo estaba respondiendo
preguntas pero dicha mujer y el otro sujeto le impidieron al muchacho, le
dijeron que había perdido la cabeza porque murmuraba de nuevo, otro tipo le
dijo que debería verse bien y saber que ante los ojos de todos era una piltrafa
de persona, aquel tipo lo empujo y hubo un último que mencionó que sentía
vergüenza solo dirigirle un par de palabras, pero que si tiene problemas de
drogas o psicológicos busque otro lugar donde ser miserable—
—Fueron en exceso intolerantes con él, pobre alma
debió sentir mucho desprecio en tan poco tiempo—
—Aquellos tipos que pidieron que se calle la primera
vez fueron los mismos que junto a la mujer y el oficinista impidieron que se
acercara a la mesa, los hice mover y yo mismo le serví un par de bocadillos, le di una funda con
estos y un par de billetes, ese muchacho se veía perturbado entre momentos,
parecía que sentía miedo pero dicha emoción era en intervalos, me agradeció y
dijo una frase que no logre entender—el sujetó trataba de acordarse de la frase
criptica que le fue mencionada.
— ¿Qué frase te dijo? —Carlos sintió curiosidad y
logró entender que el oficinista era la primera víctima, él y la mujer perdieron
la cabeza como ellos le habían juzgado, también su mano, la tercera víctima
perdió sus ojos y ambas manos, habiéndole dicho que no deseaba verlo y
empujándolo eso quiere decir que existiría una cuarta víctima que perdería su
lengua o forma de hablar.
—Dos cabezas, cuatro manos, dos ojos y una lengua será
el precio de las injurias, la niebla detendrá el fuego, todos serán por el gran
ave, créame que después de haber escuchado la frase la escribí, me sorprendió
bastante, pero a la vez sentí seguridad porque el muchacho me sonrió y dijo que
era buen tipo que le recordaba a un sujeto vestido de blanco que conoció en
Toronjal—
—Gracias por aquellos datos eso esclarece la
situación, pero ahora me tocará buscar quien puede ser el otro sujeto que le
hablo grosero, su vida corre riesgo, ¿Acaso recuerda el nombre o la apariencia
de aquel sujeto? —
—No creo que aquel muchacho sea capaz de algo tan
atroz, pero si te sirve recuerdo que aquel tipo tenía un bigote mal hecho,
cabello largo lacio y un tatuaje en el dorso de una mano no recuerdo cual
diseño poseía—
—Gracias por todos los datos, ha sido de mucha ayuda
aunque le sugiero que se cuide mucho, existe demasiado peligro y me encargaré
de buscar a la última posible víctima para mantenerla resguardada—