Segundo Capítulo: Un Crimen Atroz

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Era el año 2008 el país se encontraba en su mejor momento económico en décadas, el alza del barril de petróleo permitió mejorar todos los aspectos de la economía y garantizaba estabilidad, las personas compraban y existían muchas plazas de trabajo esperando ser ocupadas, se habían reducido los impuestos y los emprendimientos comenzaban a surgir como espuma.

Se comenzaron a realizar obras públicas y el negocio de la construcción volvió al auge, la delincuencia parecía disminuir por el aumento de fuerza policial y empleo, eran abiertas nuevas instituciones educativas junto programas de emprendimiento.

Toda la zona norte del malecón estaba atareada de transeúntes que iban y venían de las discotecas, mientras que los locales de micheladas se habían convertido en un negocio exitoso, de igual forma las carretas de morocho y el sector por estar cercano a muchas empresas era invadido al pasar la hora de salida.

Durante semanas se comenzaron encontrar personas vendiendo todo tipo de objetos en aquellas calles para generar un ingreso extra, cigarros, pulseras, anillos y gorras era lo común.

Un día viernes todo este ambiente alegre y lleno de comercio cambio rotundamente.

En la calle más oscura cerca del cerro fue encontrado un cuerpo el cual no poseía cabeza ni mano derecha, la escena era de lo más grotesca, el corte de la mano había sido con un cuchillo o algún tipo de serrucho, la carne se encontraba hecha girones.

Todas las personas al salir de las discotecas se alarmaron y procedieron a llamar a la policía, el área fue acordonada y se inició una investigación sobre los hechos posibles que desencadenaron tal locura.

La victima logro ser reconocida por su cedula como Juan José Madero Aguirre, era un trabajador de medio tiempo en un call center que según reportes el día que encontraron el cuerpo salió de su trabajo a las ocho y media con rumbo hacia los bares, tenía la costumbre de ir a tomar un par de copas sea acompañado o solo todos los viernes, su puesto de trabajo se encontraba cinco calles abajo y su casa estaba en el sector norte de la ciudad.

El cuerpo fue encontrado cinco horas después de haber salido de la oficina, en dicho intervalo de tiempo se buscó en la cámara de ojo de águila y las cámaras de las discotecas si su figura aparecía.

Al comienzo fue un trabajo bastante difícil para la policía, los dueños de los establecimientos no querían ceder en un inicio dichas grabaciones, pues en algunos de sus locales se consumía droga y se vendía al que desee, pero viendo aquel cuerpo despedazado supieron entonces que debían tener más miedo de lo que mato al pobre Juanjo que la policía.

Los videos de los locales pudieron mostrar que aproximadamente entre la llegada del ahora difunto y once de la noche, se encontraba paseando de una discoteca a otra totalmente solo, sin revisar el celular, solo pedía un trago y disfrutaba el ambiente, al cabo de las doce salió caminando sin muestras de estar alcoholizado.

Anduvo hacia donde se encontraría su cuerpo y saco un cigarrillo que comenzó a disfrutar, faltaba poco para ser hallado sin vida y cabeza, en su mano derecha sostenía el celular y con la izquierda el encendedor. No había nadie más a su alrededor, todo esto fue captado por la cámara de ojo de águila que supervisaba la calle.

Siguió fumando por cerca de veinte minutos hasta que sucedió lo inaudito, el humo comenzó a aumentar y parecía existir una especie de neblina invadiendo la calle, reportes de varias personas alrededor del sector certificaron que el suceso fue inusual, como si una nube se hubiese posado, la victima volvió a ser visible, actuaba con suma tranquilidad pese a estar en medio de tanta niebla hasta que procedió a sacar un cuchillo plegable de su pantalón el cual uso para cortar su mano.

Los policías miraban estupefactos, algunos giraban la cara evitando ver como con naturalidad aquel hombre usaba como sierra dicho cuchillo sin mostrar ningún tipo de dolor.

Al arrancarse la mano esta cayó al piso y entonces comenzó a cortarse el cuello, los pocos policías que tenían suficiente estomago para ver tal escena sentían que aquel tipo miraba en dirección a la cámara, sabía que allí estaba situada y lo hacía adrede, que pensamientos tan retorcidos debían haber sucedido para que aquel tipo decidiera comenzar a mutilarse.

La grabación mostró que por un intervalo de diez minutos la cámara se vio interrumpida por el denso humo que volvió a invadir el entorno, al retomar se podía apreciar el cuerpo sin mano y sin cabeza en la posición que sería encontrado por la policía.

Las grandes interrogantes eran: ¿Dónde podrían estar la mano, la cabeza y el cuchillo?, sin considerar porque había sido consumado el suicidio.

El caso fue encargado al investigador Carlos Isidro Márquez, quien poseía el mejor historial de casos resueltos de la ciudad como un estomago de sapo, tal era su nivel de tolerancia que una vez ganó una apuesta por almorzar en una morgue con varios cadáveres abierto, durante años había pertenecido a la policía y poseía estudios en psicología.

Se dedicaba con fervor a su profesión, leía cuanto pudiera sobre casos curiosos, investigaba sobre perfiles y rasgos especiales en diversos casos sin resolver, también se levantaba a las cuatro de la mañana para hacer ejercicio, se preocupaba de su condición física.

Entrenaba en campos de tiro y procuraba leer cuanto pudiese sobre casos policiacos asombrosos o pocos comunes, investigaba con detalle aquel caso antiguo sobre el Demonio de los Andes y durante mucho tiempo pedía los casos más peculiares que existían.

Poseía tan solo treinta años, era casado y padre de  una niña de solo dos años y un muchacho que hacía de su asistente, era un padre amoroso aun en el poco tiempo que usaba para sus deberes paternales.

De todos los investigadores en el comando policial el solicito dicho caso, muchos esperaban usar de excusas las vacaciones o preferían ser asignados a casos de narcotráfico, no todos tenían un estómago y una cordura tan fuerte para lidiar con asuntos tan oscuros de la mente humana.

El jefe de la policía acepto de buena gana, era su investigador experto y nunca antes había dejado ningún caso abierto. Le confió la tarea de solucionar todo y le recomendó tener cuidado en la investigación, había ocurrido un suicidio similar, esta vez era una mujer de cuatro décadas y no llevaba relación aparente con el primer suicida, aunque el suceso fue una semana después.

Ambas muertes solo poseían algo en común, cabezas y manos derechas desaparecidas asi como no era posible visualizar todo el suicidio en las cámaras cercanas.

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