La
familia Quijije había decidido pasar sus vacaciones en una pequeña finca que
compraron a tan bajo precio que creían haber recibido un gato por liebre, la
suerte les sonreía todo el tiempo, eran familia de un importante alcalde que
les ayudaba relacionándose con personas de altos ingresos de tal forma que
siempre se codeaban con gente reconocida en la ciudad.
Vinicio,
él único hijo de la familia de dieciocho años tragaba con amargura la decisión
de pasar unas vacaciones en un lugar tan remoto donde la señal del internet era
opacada, y grandes cantidades de mosquitos infestaban el lugar.
La
familia había ido una sola vez a la finca para comprarla y durante dos años
mantuvieron esta en reposo total, nunca la usaron y no pensaron en volver para
contratar personas que siembren, sus demás ocupaciones los mantuvo tan alejados
de este lugar que una repentina idea fue lo que los acercó.
A
tan solo tres kilómetros de la Montaña Pacha se encontraba la finca, el único
pueblo cercano estaba a quince kilómetros y poseía muy pocas personas que
vivían de manera similar a los peregrinos.
Joaquín;
el Patriarca, se encontraba sumamente preocupado por su hijo que no obtuvo un
cupo en la universidad y estaba en espera del próximo examen de ingreso, pero
por descuido de Vinicio en revisar el calendario no se inscribió y tendría que
esperar a Octubre.
Durante
años Joaquín no había usado sus vacaciones y contemplaba la visita a la finca
como una manera de refrescar la mente para toda la familia, un cambio de
oxígeno y una posible motivación.
Consuelo;
la Matriarca, ansiaba con el mayor esmero el día que llegaran a la finca, de
pequeña pasó todas sus vacaciones en la casa de su abuela en Jujan, un pueblito
olvidado en la Sierra.
Ella
y su marido tenían una buena relación, por no decir que eran inexistentes las
peleas, Joaquín le daba cada quince y treinta del mes la paga en sus manos para
que así ella lo administre, su hijo en cambio le refunfuñaba que era un abuso.
Toda
la familia vivía en una casa muy cómoda, de dos pisos y con una empleada, en su
gran mayoría Consuelo pasaba descansando, viendo novelas o conversando con sus
amigas por Skype, mientras el resto lo hacía María; la empleada, el sueldo de
su marido como Dueño de una empresa de seguridad les daba de vivir bien y su
hijo se graduó en uno de los mejores colegios de la ciudad aunque no era el
tipo de chico que merezca tal sacrificio económico.
Compraron
muchas luces y más cosas útiles para el viaje, Joaquín fue hacia el pueblo para
encargarle a una familia que les limpiaran la casa y supervisen los arreglos
como el agua potable y la electricidad a cambio de una buena suma de dinero,
pero se encontró con el rechazo de muchas personas, la curiosidad le invadía,
cuando les decía la propuesta todo mundo le respondía con entusiasmo, pero al
mencionar el lugar preciso de la finca se portaban esquivos y decían excusas
para alejarse de él.
Una
sola familia acepto ayudarlo a cambio de aumentar la paga, los Paján, el señor
le comentó que hace muchísimos años la finca perteneció a un estafador que
estuvo en malos tratos con un señor del crimen y por eso los lugareños le temen
al lugar, aunque dicen que en las noches podían escucharse animales que supone
deben ser gatos salvajes o perros y le recomendó llevar armas para así
alejarlos o mantener muchas luces en su casa al anochecer.
Faltaba
tan solo una semana para que el viaje comenzara y todos habían organizado su
agenda de compromisos, irían prácticamente a separarse del mundo y solo tener
contacto con aquel pueblito cada cierto tiempo para abastecerse de comida, la
tecnología era prohibida totalmente y solo podrían llevar un celular que era en
caso de emergencias, algo poco lógico, se encontraban en un lugar tan lejano
que nunca llegaría una ambulancia y de llamar a la policía esta demoraría
muchos días en ir a menos que sean una gran emergencia.
Vinicio
no tenía novia o alguna muchacha con la que mantenía algo y era muy reservado
en sus asuntos como para decirles a sus amigos que se iría a un viaje,
originado porque su padre creía que era lo mejor para hacerle perder ese
materialismo que predomina en él.
Consuelo
había dado instrucciones específicas a la empleada para que cuidara la casa
durante esos meses y quería marcharse lo antes posible, las noticias habían
mostrado dos casos de asesinatos tan bizarros como ver un animal volteado,
dichos sucesos horripilantes fueron cometidos por un enfermo mental que había
jurado que una voz en su cabeza él encargó cometer los crímenes gracias al
cielo el sujeto fue internado en un sanatorio.
Joaquín
había pedido que le dejaran un par de revólveres en la casa del campo y llevaba
más objetos para acampar, se dedicaba demasiado a su trabajo, había decidido
dar la gran noticia que se jubilaría al volver de la finca para así tener
tiempo con su familia, desde los veinte años trabajó en aquella empresa y
consiguió reunir suficiente dinero en un fondo de ahorro que le sustentarían lo
suficiente a su familia, sin contar sus propiedades de alquiler.
El
viaje duró cerca de unas dos horas desde la ciudad hasta el pueblo, las
personas les veían con rareza debido al buen auto que usaban, era más común ver
furgonetas y camionetas viejas donde el óxido hacía gala.
El
ambiente era de lo más triste, personas que arrastraban los pies para caminar y
con la vista hacia el piso, el polvo invadía el aire, no habían calles todo era
piedra y suciedad
Los
rostros de las personas eran quemados por el sol y no se podían ver niños por
ningún lugar, todos parecían tener más de treinta años y no había hombre que
ande sin su sombrero de paja en su cabeza.
Vinicio
sentía una mala impresión de todo el lugar, siempre había sido tan sensible que
podía oler la humedad antes que la lluvia comience o podía prever cuando haría
mucho sol, su madre adjudico esto al hecho de que su bisabuelo era un indio que
vivió en la Sierra y era conocido como una especie de chamán.
Al
llegar a la finca notaron un gran letrero que enmarcaba todo el sector.
“Bienvenidos
al Fin del Camino”
El
auto pasó de largo y los amortiguadores sufrían con tantas piedras y baches, al
costado izquierdo podían ver amplios terrenos para los futuros sembríos y en la
derecha se notaba hierba hasta el horizonte.
Vinicio
se daba de cabezazos con el techo del auto por culpa del terreno y su altura
que lo obligaba a tener los pies pegados al pecho, pudo ver a lo lejos en el
borde derecho a una persona caminando en las hectáreas llenas de monte, el
anochecer se estaba posando y apenas distinguió aquella silueta que le parecía
sumamente lejana.
Al
entrar el auto cerca de la casa notaron que todo se había cercado con alambre a
una altura de dos metros y solo se podía acceder o salir por una gran puerta,
aunque era mucho trabajo a Joaquín le fascinó la imagen de todo, una casa, un
granero y tenían un par de perros que daban vuelta por el lugar.
—Don
Joaquín es un gustazo verlo ya viniendo a instalarse, le dejamos todo listo y
de pasó un par de perros que le cuiden la finca—respondió el hombre que estaba
abriéndoles la puerta mientras se acercaba al auto sonriente.
—Has
hecho un gran trabajo y me gustaría que junto a tu señora nos acompañes a
cenar—se bajó del auto y le dio la mano— ¿Aceptas Jairo?
—
¡Claro! Será un gusto compartir mesa con ustedes, pero antes déjeme ayudarles a
instalarse y le aconsejo mantengan las luces en la noche un poco
prendidas—respondió señalando hacia el borde derecho de la finca.
—
¿Qué tiene de malo que las apagamos? —preguntó algo temerosa Consuelo.
—Los
mosquitos no respetan que uno use lociones y con las luces encendidas en el
exterior de la casa se quedarán dando vueltas con los focos, así no les
picará—sonrió Jairo.
—
¿Hay algún trabajador más aquí? —preguntó Vinicio bajándose del auto.
—No,
solo mi mujer y yo ¿Por qué pregunta eso joven? —le miró con mucha curiosidad.
—Creo
que vi alguien caminar en el monte del lado derecho y venía hacia acá o eso me
dio idea—dijo mientras notó una leve facción de sorpresa en el campesino.
—Ohh
eso debió haber sido uno de los campesinos que buscan serpientes, a veces se
meten a buscar nidos de estas para matarlas, últimamente han muerto muchos
caballos en el pueblo y todos andan cazándolas, estén tranquilos que los perros
se encargarán de eso, están bien criados—respondió sacándose el sobrero.
Caminaron
hacia la casa y notaron como se veía acogedora mientras la noche devoraba el
campo, la poca luz existente era la de la finca y de postes que estaban cada
centenar de metros.
Vinicio
salió al terminar de desempacar toda su ropa, caminó alrededor de la casa y
veía cuan cerca estaba la montaña de su finca, sentía mucho frío pero no había
nada de viento y aún menos mosquitos.
Escuchaba
como ladraban con ferocidad los perros hacia el costado derecho de la finca,
cerca de una zanja que separaba una zona llena de monte y árboles que llevaba
hacia la montaña.
La
curiosidad le invadía, deseaba tener con quien poder ir a explorar, siempre fue
un muchacho curioso y se encontraba sin internet, así que se prometió que
reuniría todo lo necesario la siguiente vez que vaya al pueblo para explorar la
montaña.
La
cena fue muy amena, a la luz de luna llena con basta comida tradicional,
conversaron horas sobre el pueblo y de que tal era la vida en el campo
comparada a la ciudad que se había vuelto un estrés para Joaquín, mientras que
su esposa estaba en el punto de que consideraba necesario un viaje de
relajamiento para poder tener más tiempo con su familia.
Vinicio
se ofuscaba por la idea de pasar en el campo, aunque la curiosidad de conocer
la montaña le invadía cada vez que veía las ventanas y notaba a los perros
ladrando hacia aquel lugar.
—
¿Quiere conocer el pueblo uno de estos días joven? Preguntó Jairo mientras se
acercaba con un vaso de puro hacia Vinicio sentado en la ventana.
—
¡Claro! Me gustaría poder conocer esa montaña, ¿Qué hay allí? —le vio con
intriga el muchacho al campesino.
—Pues
déjeme decirle que nada, es monte y quizás con mucha suerte una serpiente, hace
años se rumoreaba que allí vivía un lobo muy voraz al que muchas personas del
pueblo intentaron cazar—respondió mientras se terminaba de un golpe el vaso.
—
¿Qué pasó con el lobo? ¿Lo mataron? —
—No,
un día un grupo de cinco hombres fueron a cazarlo armado hasta los dientes,
cada uno con dos machetes en la cintura y sus rifles bien cargados pero nadie
volvió de aquella travesía, muchos de los que se fueron tenían mujer así que se
organizó una excursión con muchas personas y al ir solo se encontraron todas
las armas tiradas en un hueco—respondió mientras su voz se ponía amarga.
—
¿Hace cuánto fue eso? —el chico sintió dentro suyo más ansias de conocer
aquella montaña, algo le invadía en su corazón una llama peligro se prendía en
su cuerpo.
—Hace
años, mi padre fue uno de los que hombres que no volvió—respondió Jairo
mientras se fue a la mesa.
La
primera noche fue tormentosa, los mosquitos sedientos de sangre y los perros
ladrando hacia la montaña como si buscaran alejar alguna bestia de la finca.
La
pareja de esposos había salido hacia el pueblo por compras y dejaron un bolón
con un café para su hijo en la mesa, el sol aunque brillaba con fuerza no hacía
nada más que calentar superficialmente y las hojas danzaban con el viento frío
que bajaba de la montaña.
Vinicio
tomó su desayuno, caminó por toda la casa hasta que decidió acercarse a la
montaña, trajo consigo un poco de croquetas en funda para los perros y llevaba
un machete que encontró en un leño. Tenía ropas holgadas y sombrero de paja
como si fuese todo un montubio.
El
camino a la montaña era pedregoso, lleno de hojas secas y un viento frío
emanaba de este enigmático lugar que lo atraía con adicción hacia su interior.
Caminó
por muchos minutos y de no haber callado a los perros nunca hubiese notado, los
pájaros no estaban ni en los árboles o en el cielo, los insectos si es que
habían no producían ningún sonido y todo guardaba un silencio sepulcral que
helaba la sangre, se encontraba en medio del campo camino hacia una montaña en
un mundo mudo donde él era la única vida.
El
sol comenzó a bajar y con él un gran ventarrón hizo gala de su fuerza
arrancando un par de ramas de una mata de mango cerca de él los perros no
ladraron y parecían tener miedo de algo cada vez que avanzaban.
Camino
tanto que tuvo que usar una gran rama como bastón, los zapatos de lona lo
mataban y sentía como se formaron ampollas con cada paso que daba, los perros
le seguían bien apegados a sus piernas y notaba que el sol se oscurecía, pero
en su reloj aún daban las dos y media.
Había
sacado la cuenta y llevaba cinco horas caminando, el hambre lo estaba
consumiendo y sentía que sus fuerzas podrían mermar en cualquier momento,
escuchó un crujido feroz en el camino hacia la montaña.
Aunque
había caminado tanto, la distancia entre él y la montaña era igual, sentía como
si estuviese en una caminadora automática envuelta en un ambiente frío.
En
su mente se preguntaba sobre aquel crujido y se respondía que debió ser algún
animal aunque durante horas no vio nada más que a los perros que ladraban
mientras temblaban como si presintieran algo peligroso acercándose.
Cuando
volvió a ver hacia su reloj después de caminar un par de horas se sorprendió
notando que no cambiaba ni se movía el segundero, los perros aullaron como si
pidieran socorro y solo en aquel instante lo supo, había algo más que asechaba
en la sombra de las plantas.
La
montaña permanecía lejana, inalcanzable y más grande con cada paso que daban,
sentía una mirada acosadora que invadía su entorno y el aire lo creyó nocivo
por la gran cantidad de tensión a la que su mente lo sometía.
Los
perros ya no ladraban pero si temblaban como un par de chihuahuas, habían
escuchado un rugido hace un par de metros que los dejó asustado y Vinicio creía
vagamente en regresar pero algo lo motivaba como loco a seguir aventurándose a
la montaña.
—Eres
muy valiente o quizás tienes la típica estupidez de la juventud—dijo una voz
que parecía venir de todos los lados.
—
¡Quien eres! ¡Muéstrate! —gritó Vinicio eufórico mientras sostenía el machete
con bravura y los perros se ponían rabiosos.
—
¿Seguro quieres verme? —preguntó el sujeto mientras se escuchaba una carcajada.
—
¡Qué demonios haces en esta montaña y que carajos pasa aquí! —Vinicio sentía
coraje y anhelaba desquitarse con alguien.
—Yo
estoy aquí por una cacería ¿Acaso a ti te atrajo la curiosidad? —la voz del
sujeto parecía más seria que las veces anteriores.
—Yo…solo
vine… ¡maldita sea! ¡No tengo idea que hago aquí! —Vinicio sintió alivio de
poder dejar afuera aquellas palabras—sentí unas ganas incontrolables de venir a
este lugar.
—Entonces
mejor sígueme para que nos vayamos de aquí, es peligroso que alguien pasé mucho
tiempo cerca de la montaña—dijo el tipo mientras apareció detrás de Vinicio.
Los
perros se lanzaron hacia él pero al acercarse a sus piernas se detuvieron en
seco temblorosos como si tuviesen un león frente suyo, el sujeto era alto e
imponente, sus ropas eran jeans y una camisa blanca a medio desabotonada más lo
que parecía cargar un revolver en la cintura, usaba gafas y guantes y tenía un
cigarro en la boca.
—
¿Quién eres tú? —preguntó nervioso Vinicio mientras le apuntó con el machete.
—Soy
un limpiador, me encargaron cazar y matar a un animal que está merodeando este
sector es decir ocasiona malestar a toda la comunidad—respondía mientras hacía
señales con sus manos para que se relaje.
—
¿Que me garantiza que no me harás nada a mí? — preguntó tratando de pensar que
posible respuesta le daría.
—Nada
la verdad, estamos en medio de una montaña, si me entra el impulso podría
ponerte una bala en medio de la ceja o solo irme, te estoy ofreciendo sacarte de aquí porque es nocivo para tu
cabeza—respondió con la mayor frialdad del mundo.
—
¡Qué maldita respuesta es esa, me acabas de dar una amenaza o qué mismo!
¿Espera que te refieres con que es nocivo este lugar para mí? —el enojo se le
apagó cuando notó que la temperatura bajó rápidamente.
—En
alguna parte de la montaña se encuentran los restos de un sujeto que fue llamado
el Demonio de los Andes, mucha gente creé en la brujería y otros en malos
espíritus, así que podríamos decir que esta montaña y los lugares cercanos
están contaminados por sus restos—se acercó al muchacho lentamente mientras
señalaba la montaña.
—
¿Qué quieres decir con que contaminados? Solo son unos simples huesos de
alguien que debe llevar muerto muchos años—vio hacia la montaña mientras soltó
el machete ligeramente.
—Ese
tipo fue alguien bastante malvado en vida, tanto que su propio ser es tóxico
para la tierra y créeme es mejor no tratar de llegar a la montaña—
—
¿Qué pasaría si intento acercarme aún más a la montaña? —Vinicio comenzó a
desconfiar todo lo que le decía aquel extraño, hace menos de una hora estaba
solo y ahora de la nada apareció aquel sujeto, podría ser un ladronzuelo en
busca de su finca para robarles todo.
—Dudo
mucho que llegues a dicha montaña en primer lugar, caminar hacia ella es como
estar en un pasillo, caminar hasta el fondo y entrar por una puerta que da
hacia una escalera la cual al subirla te muestra otro pasillo y asi te
encontrarías hasta la eternidad—comenzó a sacar su arma mientras hacía
movimientos en su cuello de estiramiento.
—
¡Eso es imposible! ¡En algún momento tendría que llegar! ¿Si es verdad como
dices tú porque estas tan tranquilo aquí y donde esta esa bestia que mencionas?
—su voz era alterada, los perros le temían y notaron como sus venas se marcaban
en la frente.
—La
montaña es imposible para muchos, pero existen excepciones y en esas me ubico
yo, el animal anda por aquí tu acabaste de escuchar su rugido hace poco asi que
no deberías tener duda—le apunto con al arma mientras se sacó las gafas
mostrando heterocromia, el ojo derecho era café mientras el izquierdo verde.
—
¡Hey amigo! ¡Tranquilo sí! ¡Quiero ir a mi casa allá abajo nada más! —Vinicio
clavo el machete al piso mientras alzo las manos.
—Perfecto
asi que ahora cogeré el machete y me seguirás, no quiero idioteces porque si no
te disparare en el brazo—se acercó tomando el machete.
—Solo
contéstame algo que me tiene inquieto—Vinicio no caminaba en lo absoluto.
—
¿Qué quieres saber? —el tipo estaba comenzando a arrepentirse de ayudar al
muchacho.
—Ayer
vi un sujeto caminar en medio campo, apenas distinguí su silueta pero conforme
me alejaba parecía no encogerse, he estado perdido durante horas en esta
montaña y ni si quiera oscurece, ahora tu apareces de la nada y me dices que te
encargaron cazar un animal, hace poco escuche un rugido de una bestia enorme—su
cara era pálida y tenía las venas remarcando su rostro con fuerza.
—Dicho
de esa forma todo es poco creíble, pero ¿Cuál es tu maldita duda? —tomo su arma
y puso el dedo en el gatillo esperando cualquier acción repentina.
—
¿Cómo sé que no quieres robarme? ¿Quizás solo me estas mintiendo para
aprovecharte y llevarte todo lo que hay en mi finca, eres quien vi en el campo
abierto caminando?—sus manos se tornaron puños y apretó con tal fuerza que
parecía escurrir sangre de ellas.
—Si
quisiera robarte te hubiese baleado antes de la primera oración, pero al parecer
te afecto bastante estar en la montaña, es mejor salir de aquí antes que aquel
animal aparezca y se complique todo—le apunto mientras hacía un gesto de
proseguir con la cabeza.
—Claro
será como tú digas—Vinicio sintió como su sangre bombeaba con tal fuerza que le
provocaba comezón en la piel y al poner un pie frente el otro para tratar de
lanzar un golpe sintió el terror encarnado en su espalda.
Mientras
la conversación se estuvo desarrollando los perros merodeaban por el alto
monte, pero uno de ellos comenzó a temblar y entonces ocurrió, una bestia
enorme de proporciones absurdas y grotescas se abalanzo con fuerza tragándose
al pobre animal mientras el otro miraba impávido y toda esta escena ocurría a
tan solo diez metros de la espalda de Vinicio que sintió como si un rayo le
fulminase la espalda y recorriera hacia su columna, en su cerebro llego el
mensaje de correr directo a cada célula de su ser.
—
¡Por un carajo! ¡Ya está aquí! —grito el sujeto mientras saco otro revolver
escondido en su espalda y disparo con la derecha hacia aquella bestia camuflada
en una nube de polvo por la fuerza de su embestida.
Las
armas que poseían eran revólveres, cada disparo sonaba como un martillo
forjando acero, el ruido era similar a los rayos y en tan solo dos disparos
Vinicio escucho como aquella bestia emitió un aullido tan feroz que lo tumbo al
piso, era agudo pero parecía resonar en todo el lugar.
La
bestia no se dejó ver y escapo hacia la montaña, la fuerza en cada pisar de sus
patas se hacía sentir en el suelo, el viento disperso todo el polvo que mostro
una pata desmembrada del perro.
Vinicio
camino muy cerca del sujeto que ahora se había vuelto su ángel guardia y
salvador, el perro sobrante estaba junto a ellos con la cabeza gacha y el miedo
se reflejaba en sus patas temblorosas.
Solo
logro visualizar una leve sombra de aquel animal y le pareció algo grotesco, no
por su apariencia sino que el tamaño era burdo para ser un lobo, aquella bestia
en su cabeza podría embestir un elefante
y matarlo de un par de zarpazos.
Mientras
caminaba la curiosidad de llegar hacia la montaña se fue sosegando, aquel
atisbo de un verdugo en cuatro patas le había hecho escarmiento esas ideas tan
fugaces de incursionar en un pasaje desconocido, pero en su mente ideaba llegar
para sentir saciada su curiosidad.
Su
salvador cargaba dos grandes revólveres, poseían el cañón largo y parecían
tener algún tipo de diseño, le era impreciso visualizar bien que arte o mensaje
poseían.
Dos
tiros fueron suficiente para hacer estremecer a la criatura y que escape sin
tomar represalias, el ruido emitido por cada disparo le trajo recuerdos cuando
en su infancia logro escuchar como un rayo impactaba contra una casa, el
estruendo y la fuerza era similar.
Por
breve momentos la mente de Vinicio divagaba que pasaría si esa bestia les
volvía atacar, estaría muy furiosa por lo sucedido con anterioridad y aunque no
logro ver donde impactaron dichos disparos supo que fue herida, pero no con tal
gravedad para haber escapado.
—
¿Cuánto falta para llegar a la finca? Supongo que contigo cerca no demoraremos
horas en llegar, pero existe algo que me angustia.
—Dentro
de un par de minutos estaremos en tu finca, pero también existe algo que me
tiene angustiado a mi ¿Qué te aflige muchacho? —la voz del sujeto era rasposa.
—Aquella
bestia podría haber atacado la finca o el pueblo mientras nosotros caminamos y
si es asi como piensas detener o atrapar dicho animal—Vinicio sentía pavor de
encontrar a sus padres muertos o en el peor de los casos el pueblo arrasado y
quedarse solo con el pistolero.
—Eso
es un punto valido, pero dudo mucho, el animal solo merodea en la montaña y
nada más, lo que me preocupa es saber quién merodeaba en los campos como para
que puedas distinguirlo de tal manera—
—
¡Que! ¿Acaso tú no eras quien vi en el campo? —Vinicio solo poesía un vago
recuerdo de aquella silueta que asocio con el pistolero.
—
¡No! Yo llegue por el otro lado de la carretera asi que no pase por dichos
campos, he estado merodeando la montaña y logre ver tu finca pero solo eso—
—
Entonces la persona que vi debe ser alguien del pueblo como dijo Don
Jairo—Vinicio sintió un poco de calma mientras asumía que aquella silueta
pertenecía a un montubio buscando serpientes.
—
¿Qué quieres decir que debe ser alguien del pueblo? —el pistolero paro en seco
y le miro con duda, tal mirada hizo afligir a Vinicio como si una ley natural
fuese quebrantada.
—Una
persona que vive en el pueblo aquí cerca, está un par de kilómetros no más,
aunque la mayoría de personas lucen mayor a los treinta y tienen cara seria—su
voz se tornó temblorosa, estaba reafirmando lo que vio.
—Creo
que tenemos un severo problema muchacho, la verdad uno aún más grande que el
animal que nos acecha en la montaña—el pistolero saco sus armas y comenzó a
verlas detenidamente.
—
¿Qué tipo de problema puede ser aun peor que aquella bestia? Mis padres fueron
al pueblo acompañados de la familia que nos ayudó a instalar en la finca—
—El
pueblo que mencionas es un lugar fantasma, hace muchos años no vive nadie allí
asi que la persona que viste en el campo es o bien una ilusión o es alguien que
tiene algún asunto aquí—movió las muñecas en círculo y la cabeza hacia los
lados lo que provoco un crujido.
—
¡Que! ¡Espera un momento! La familia que ayudo a la mía es de verdad, comí con
ellos y logre charlar con el señor, incluso me comento que hace muchos años su
padre junto a otros hombres fueron a cazar un lobo y nunca volvieron pero solo
encontraron las armas en un hueco en la montaña—el muchacho se había alterado,
por un lado una bestia inmensa amenazaba en silencio, por otro se encontraba
ante la decisión de creer si era verdad lo del pueblo.
—Hace
diez años cuando el pueblo poseía vida aconteció una calamidad inmensa que lo
condeno a la ruina dejándolo totalmente vacío, los restos de aquel sujeto que
te mencione fueron llevados hacia esta montaña, desconozco tal motivo y con el
también vino un lobo, una bestia que había sido su mascota en vida, pero dicho
animal por razones poco comprensibles se convirtió en lo que viste hace poco—
—
¿Quieres decir que esa pendejada era un lobo común y que se volvió asi en la
montaña? ¿Cómo sabes todo eso y quieres que te creas? —
—En
respuesta a tu primera pregunta, si y es cuestión tuya en creerme o no al fin al cabo soy quien puede lidiar con
semejante animal mientras que te sugiero si deseas seguir vivo y ver a tus
padres debes acompañarme—
—Solo
confírmame algo que me tiene en duda—el muchacho hacia pequeños gestos de
ansiedad con sus manos y parpadeaba rápido.
—
¿Qué quieres que te responda? Es normal que seas tan desconfiado en una
situación asi, pero hay un enorme animal acechándonos y también me preocupa
saber qué fue lo creías ver merodear en el campo—
—Al
señor Jairo le comente que vi alguien y me supo responder que a veces los
campesinos se metían al campo a cazar serpientes en sus nidos y por eso era
común verlos andar asi, pero cuando menciono lo de las armas en un hueco sentí
algo familiar—
—Si
te respondió con suma naturalidad y dices haber comido con ellos, puede que
exista la posibilidad que no sea una ilusión…Espera un momento nidos de
serpiente acabas de mencionar—el pistolero creyó comprender la situación
mientras sentía que su ojo derecho temblaba.
—Si,
en el pueblo según recuerdo nadie nos dirigió la palabra, mi padre menciono que
cuando llego acá la finca la compro a través de Jairo y que fue la única
persona que interactuó con el argumentando que los demás tenían recelo de
tratar con personas de la ciudad—
—Nadie
les dirigió la palabra porque desconfían, el pueblo cayo en el olvido hace años
y nunca se supo una razón, pero tú mismo lo has dicho, aquella historia de las
armas enterradas no es más un tipo advertencia sutil hacia cualquiera que desee
pisar la montaña y lo que tu viste en el campo no es una ilusión, es otro ser
vivo como ese tal Jairo que algo planea—
—
¿Qué pasa con la mujer de Jairo? ¿Ella es una ilusión? ¿Cómo podre saber quién
es una ilusión o no aquí? —el agobio y la ansiedad invadía su corazón.
—El
pueblo, las personas en él y todo su entorno es falso, su mujer debe ser
alguien confabulada con él, conforme más tiempo pasas en este lugar tu reloj
deja de mover las manecillas con la misma velocidad, pero mientras más te
acercas a la montaña este parece convertirse en un ventilador, todo esto se
debe aquel cadáver que debe ser destruido y su sola presencia impregna de caos
y locura el entorno—
—Entonces
según tu solo mis padres, tu, el perro que nos rodea, el lobo ese de mierda
rondándonos, los Paján, el tipo que vi en el monte y yo somos de verdad—el
muchacho sudaba frio y su cabeza hervía como olla de presión.
—Si
en resumen es asi, aunque me preocupa quedar en una situación cruzada—el
pistolero comenzó a caminar mientras el muchacho le seguía temeroso.
—
¿Qué te refieres con situación cruzada? —
—En
la que tomen a tus padres de rehén y eso afecte la misión, el lobo te comience
atacar a ti y me toque defenderte o en el peor de los casos que aquel que
merodea en el campo y los Paján no son del mismo bando—
—
¿Por qué consideras que de no ser del mismo bando es la peor situación?,
Podrías sencillamente esperar que uno mate al otro y de allí hacer tu jugada—
—Eso
sería de lo más maravilloso, solo que aquel otro sujeto estaba merodeando en el
campo mientras que a mí me encuentras al pie de la montaña con un animal
acechándome, un perro y un muchacho miedoso junto a mí, sencillamente estoy en
mala posición porque si ese tal Jairo te conto ese historia es para evitar que
te acerques a la montaña, pero él no gana nada haciendo eso, solo quería que
nada inquietase a la bestia desde mi punto de vista para que asi esta no deje
de merodear la montaña—
—
¿Estas queriendo decir que Jairo bajo tu criterio se encuentra confabulado con
la bestia y deseaba que nada más llamase su atención? —el muchacho comenzaba
armar las piezas de toda la situación.
—Exacto,
pero tu entraste a la maldita montaña con dos perros vociferando y dando
vueltas en el monte, ahora tenemos la sombra de dicho animal al acecho y si fuese
poco existe la probabilidad que aquel sujeto también busque algo en esta
montaña—el pistolero se encontraba furioso, había planeado su cacería con
extremo cuidado pero nunca considero encontrarse con tal eventualidad como
Vinicio.
—Okey
lo admito no fue juicioso de mi parte haber entrado asi, me siento culpable
porque ahora hay un perro desmembrado, pero el ímpetu y deseo de entrar a la
montaña era enorme.
—
¿Que mal que hayas traído esos perros hasta esta finca de mala muerte para
ahora se encuentren temblando como rata con veneno? —veía con lastima al perro
que no dejaba de sacudirse.
—Yo
no los traje de la ciudad, los Paján nos lo entregaron a nosotros para que
vigilaran la finca y nos avisaran de cualquier culebra en el
perímetro—respondió con suma naturalidad sin ser consciente de que acababa de
mencionar.
—
¡Maldita sea! ¡Por un carajo! Él te dio los perros para que ladren cuando algo
se acerque, pero también era para que vigilasen la casa de las serpientes—
—
¿Cuáles serpientes hablas? —
—Las
serpientes que mencionan no son más que personas ajenas a este lugar, siempre
habla de agujeros y eso lo explica todo, ellos, los Paján de alguna forma
orquestaron todo para que el lobo devorara a las personas del pueblo y los
demás desaparecieron quizás porque los mataron, hicieron este pequeño lugar
suyo para proteger lo que se encuentra en la montaña—
—
¿Qué carajos tiene esa maldita montaña de valioso y que sucede con todos aquí?
—
—Hace
muchos años la finca que tu posees y la única cerca de la montaña fue propiedad
de un cuentero que estafo a un señor del crimen al cual le robo sus riquezas,
dicho dinero más la fortuna personal del timador fue escondida en esta montaña,
pero nadie supo encontrar nada en esos años y después se volvió inaccesible el
paso a la montaña por el pueblo que guardaba miedo a despertar algún mal
augurio—
—
¿Quieres decir que en esta finca hay un tesoro oculto? —los ojos le brillaron
con fulgor de estrella.
—Según
la leyenda popular de aquel cuentero, si existe, pero correr el riesgo de
buscar dicho tesoro en esta circunstancia es algo imposible—
Habían
llegado a la finca, el entorno era frio y lleno de polvo, parecía haber pasado
un par de días desde que Vinicio emprendió su caminata hacia la montaña, no vio
señal de sus padres y acordaron entrar en la casa, el muchacho recordó que su
padre le solicito a los Paján un par de revólveres asi que planificaba hacerse
con ellos para tener con que defenderse.
En
su mente aun desconfiaba del pistolero que antes de responder sus dudas con simpleza
le daba datos más engorrosos para entender.
Recordó
que no se tomó el café cuando salió hacia la montaña, había preparado un vaso
de jugo que bebió en pocos sorbos y todo lo dejo en la mesa sin lavar.
Logro
ver que los campos estaban intactos y mientras reviso el granero no encontró
nada sospechoso, estaba caminando junto al pistolero, no quería que fuera el
solo hacia la casa principal y tomara los revólveres. Aquellos trozos de metal
eran su única protección contra toda esa locura suelta en la finca, le
angustiaba saber dónde podría hallar a sus padres y aunque logro contemplar el
auto parqueado este poseía las llantas muy sucia como de haber pasado por el
lodo, no recordó ningún camino tan sucio en el trayecto de la finca hasta el
pueblo.
Vinicio
entro en la casa y abrió con tal fuerza los parpados que sintió un dolor en la
frente, todos los trastos que había dejado en aquel lugar seguían en el mismo
sitio, el jarro con el café se encontraba allí frio y con polvo, todo el
interior de la casa se había llenado de polvo, era normal el viento soplaba con
fuerza y las ventanas abiertas en su totalidad.
—
¡Esto está muy mal! ¿Qué día es hoy? —su corazón se precipito y cada una de sus
venas comenzó a bombear más sangre de lo que fuese posible.
—Yo
llegue el día miércoles, asi que debemos estar jueves, cuando estas en lugares
asi como donde te encontré el tiempo suele ser más rápido—
—Yo
llegue el día sábado con mis padres…ha pasado cerca de cuatro días desde que
partí a la montaña y los trastos siguen asi, pero el auto de ellos volvió a su
lugar aunque sucio—la voz del muchacho se tornó temblorosa.
—Creo
entender lo que mencionas, te parece bien si reposas un poco, mientras yo daré
vueltas cerca de aquí para ver si encuentro una pista—mostro verdadera preocupación
por el muchacho aunque temía que se vuelva su punto débil en la misión.
—Si…creo
que…no es mejor que duerma antes de tomar decisiones precipitadas, estaré
descansando en la habitación de arriba—el cansancio hacia eso en sus parpados
con tal fuerza que la tristeza era opacada.
El
pistolero salió de la casa, sentía el clima fresco y comenzó a dar vueltas por
todo lugar, sacaba sus propias conjeturas sobre la casa y que sucedería en caso
de aparecer el matrimonio. Deseaba cumplir su misión cuanto antes y poder
marcharse para seguir su camino como siempre había estado haciendo.
Vinicio
espero un par de minutos hasta que su salvador se aleje de la casa y comenzó a
buscar los revólveres, encontró un periódico viejo de hace dos días que
mostraba en primera plana el robo de un tanquero de gas en su ciudad.
Al
subir encontró en una cajonera de la habitación de sus padres un solo revolver
cargado y con diez balas.
Aunque
nunca había aprendido a usar un arma supuso que sería como en las películas y
que el otro revolver debía estar en posesión de alguien.
La
guardo mientras camino hacia su habitación, pensaba en que debía descansar un
poco y de allí buscar a sus padres, hasta el momento aquella bestia era su
enemigo, los Paján no le generaban confianza, el tipo del monte solo era un
miedo latente que podría sorprender y el pistolero aunque le defendió le
generaba incomodidad.
Entro
a su habitación pero conforme puso un pie pudo notar el ambiente enrarecido,
una mano le agarró del cuello y le tiro hacia la cama con fuerza mientras una
patada en la boca del estómago lo dejo sin aire.
Todo
sucedió en cuestión de segundos, cuando logro ver con claridad pudo notar que
quien le habría tendido la trampa era Jairo Paján armado con un revolver,
supuso que era el faltante.
—Vienes
muy bien acompañado muchacho, te advierto que si gritas hoy día comerás
plomo—el rostro sudado y agitado del montubio le genero repulsión, lucia
desesperación y miedo a la vez.
—Tranquilo
no seamos imprudentes—el muchacho tomo asiento en su cama, mantuvo la calma
esperando su oportunidad de sacar su revólver, mientras se contenía del dolor
del golpe.
—Sé
que tienes la otra arma asi que mantén ambas manos alzadas y no se te ocurra
bajarlas—
Sus
manos al aire, encañonado por un sujeto que apenas habían intercambiado un par
de palabras y sus padres desaparecidos le generaba una carga de estrés enorme
en su mente. Supuso entonces que podría morir en cualquier momento y deseaba no
haberse apartado del pistolero que estaba lejos de su alcance.
—Si
me ayudas respondiendo mis preguntas podrás salir bien parado muchacho, no
quiero problemas—Jairo le miraba nervioso, su mano temblaba lo cual
intranquilizaba más a Vinicio, que
sentía miedo de una bala perdida.
—Si
claro responderé, pero quiero algo a cambio antes que empieces—su voz estaba
firme y se mantenía impávido aunque sentía que su cordura podría resquebrajarse
en cualquier momento.
—Habla
rápido antes que me lamente—con el rabo del ojo trataba de ver por la ventana.
—
¿Dónde están mis padres? —
—No
tengo idea, ellos dijeron que irían al pueblo y veo aquí su auto, pero no sé en
donde se hallan—le respondió sin duda y rastro de nervios.
—La
gente del pueblo está muerta y lo sabes, también vi lo que se oculta en la
montaña—
—
¡Esplendido! ¡Verdaderamente espléndido! El hecho de haber sobrevivido al lobo
es un gran logro, pero no sería asi sino fuese por aquel ¡Bastardo! ¡Él es
incluso más peligroso que esa bestia en la montaña! —la voz de Jairo se
alteraba y su rostro se encontraba sanguinolento por la ira.
—
¿Qué me asegura que mis padres no fueron asesinados por ti? —la voz se tornó
ronca y transmitía enojo.
—Si
mi palabra no te basta no me concierne, pero en ningún momento atente contra
ellos, lo que si te advierto que estas en severos problemas por traer aquel
sujeto aquí—el montubio poso el dedo sobre el gatillo, pero un relámpago se
escuchó al unísono retumbar en la finca, un disparo impacto con la mano que
sostenía el arma fue tal la fuerza que solo le quedaron remiendos de los dedos
y poseía una palma humeante.
Gritos
de dolor y desesperación se hicieron escuchar en la finca, el muchacho solo vio
hacia la venta y logro ver al pistolero con su arma humeante haciéndole un
saludo.
Vinicio
supo entonces que era su momento, saco su revólver y de una patada hizo acostar
al montubio que sufría de dolor mientras le apuntaba con el arma.
—
¡Ahora malnacido, pobre bastardo! ¡Dime donde carajos estas mis padres o te
disparo en la otra mano! —el muchacho sintió correr con velocidad de vértigo
adrenalina en su cuerpo y poder al empuñar aquella arma contra ese miserable
ser ante sus pies.
—
¡No tengo ni puta idea! ¡Ese desgraciado me daño toda la mano derecha!
¡Muchacho no seas idiota y lárgate de aquí! —se retorcía de dolor mientras la
sangre brotaba como rio.
—
¡Largarme a ningún lado! ¡Dime donde está tu mujer y que sucedió con mis
padres! —le pego con el arma en el rostro abriéndole una herida.
—
¡No sé qué paso con tus padres y mi mujer no anda por aquí! Acaban de ocasionar
un problema enorme, ¡Maldito pistolero entrometido! —el dolor lo hacía
encogerse en el suelo.
En
la planta baja se pudo escuchar como una patada tumbo la puerta y alguien tiro
algo con fuerza mientras unos murmullos invadían la sala.
—
¡Muchacho! ¡Has que ese desgraciado baje las escaleras y ven con el tendremos
una pequeña reunión! —el pistolero grito mientras al fondo se escuchaban
quejas.
Siguió
la orden sin cuestionar mientras Jairo caminaba tembloroso por delante, le
había arrebatado también su arma y sentía más seguridad poseyendo dos.
En
la sala pudo ver cómo se encontraba el pistolero y la mujer de Jairo estaba
atada sacudiéndose con una cuerda que no le permitía hablar.
—Bueno
en este día, momento y lugar nos encontramos reunidos para poder aclarar un
poco la situación acontecida—la voz del pistolero era seria aunque entre
momentos esbozaba una sonrisa.
—
¡Maldito bastardo deja a mi mujer o sino pagaras las consecuencias! —Jairo le
miraba con odio sentado en sofá.
—Te
daré una sola oportunidad, si me dices que sucedió con la familia del muchacho,
la razón de porque el pueblo se encuentra en ese estado y aún más importante
cual es la relación con aquella bestia—
—Lo
que sucede en este lugar no es asunto tuyo, ¡eres un vil asesino entrometido
que busca crear problemas!—Jairo le escupió en el zapato viéndolo con tono
desafiante.
El
pistolero no hizo nada más que verlo impávido, parecía que ni siquiera
respiraba y se quitó las gafas para dejar ver sus ojos lo cual genero miedo en
Jairo al punto de comenzar a tartamudear, dicha escena fue interrumpida por un
relámpago dentro de la casa, aquel bullicio ensordecedor fue tan poderoso que
todos los presentes excluyendo al pistolero pestañeaban con fuerza y sentían
retumbar la cabeza.
Cuando
habían superado dicho ruido notaron que la Sra. Paján yacía con el cráneo
destrozado sobre las tablas de la casa, su cabeza había sido reventada dejando
solo pequeños remiendos de carne con su cuello y su rostro no poseía nariz,
boca ni ojos, era una masa sanguinolenta, obscena y vomitiva.
—Te
di una advertencia y no supiste usarla, antes de traerla aquí ella supo decirme
que están cuidando los huesos del “Él”, pero que la bestia se encontraba
alterada, asi que espero me completes la historia —el pistolero se le acerco y
mientras en su mano derecho se encontraba el revolver con humo, Jairo pudo
sentir como su corazón se encogía mientras el terror le invadía.
Vinicio
estaba estupefacto ante tal escena, sus ojos no dejaban de ver lo que alguna
vez fue una cabeza, el hedor a hierro le inundo la nariz y su única reacción
fue vomitar hacia un costado mientras en su interior sentía su cordura
colapsar.
El
pistolero le había salvado la vida en dos ocasiones y le ayudo a salir de la
montaña, pero haber visto que sin una gota de sudor ni titubeos pudo matar a
una persona le altero los nervios.
—Yo…yo
no…no sé qué le pasa a la bes…bestia…hay alguien en este lugar aparte de
nosotros que busca llegar al secreto de la montaña—Jairo no dejaba de ver el
ahora cadáver de su esposa mientras lágrimas corrían por sus ojos.
—
¿Cuál es ese secreto que se encuentra en la montaña y sabes quién es la persona
que vino a buscarlo? —El pistolero se acercó a Jairo obstaculizándole la
visión.
—Hay
un pasaje que lleva al centro de la montaña, allí está enterrado el cuerpo del
Demonio de los Andes y con él hay un libro, se me fue encargado vigilar ese
lugar hace muchísimos años y la bestia que ven no es más que la mascota de la
momia que reposa allí—tomo una bocanada de aire mientras contenía las lágrimas
y la ira.
—
¿Qué les paso a las personas del pueblo y a los padres del muchacho? —el
pistolero veía como Vinicio aún seguía en estado de shock viendo el cadáver
recién fresco de aquella mujer.
—Enfermaron
poco a poco y murieron, solo el suelo de esta finca no está contaminado como el
pueblo, aquí viví con mi esposa desde que me fue encargado vigilar la montaña—
—
¿Quién te pudo encargar dicha tarea? —
—Fue
un hombre de piel oscura con una altura mayor que una puerta y de espalda más
ancha que una refrigeradora me ofreció curar a mi esposa a cambio de que
vigilara este lugar, si ella y yo salíamos de la finca o el pueblo ella
moriría—Jairo no titubeaba y solo veía con mucha sinceridad los ojos coloridos
del pistolero.
—Creo
saber quién es dicha persona, pero déjame aclarar que al llegar aquí y
merodeando por el pueblo pude encontrar un cementerio y cierto pajarito me supo
decir que muchas personas fueron envenenadas con ricino algo bastante curioso
porque solo en esta finca existen arbustos así—el pistolero le vio con tal
intensidad que incomodaba a Jairo el cual comenzó a sudar, otro relámpago fue
desatado en la casa y este repercutía del torso de la mujer, el muchacho volvió
a vomitar ante tal escena y Jairo apretó los ojos con fuerza como si deseara
levantar de una pesadilla.
—
¡Lo admito sí! ¡Ella y yo los envenenamos a todos los que vivían en el pueblo!
¡No había dinero para el tratamiento de mi mujer y esta finca la habitamos
porque nadie más se le quiso acercar! ¡Aquel hombre nos prometió que si quería
que mi esposa viva debían morir los demás! ¡Hemos estado durante años
conviviendo con los fantasmas de aquellos que murieron, ni una sola maldita
palabra de odio nos han dicho! ¡Es una prisión! —el montubio rompió en llanto.
—Aquellas
pobres almas murieron porque tu deseabas que tu mujer viva y hace menos de diez
minutos le revente los sesos enfrente tuyo, puedes comprender que tan triste es
la existencia de ustedes como para que sus víctimas prefieran ignorarlos y
dejarlos pudrirse en soledad, claro que aunque ustedes se tenían el uno al
otro, pero si el trato fue que nunca salgas del perímetro sabes que eso es
literal, lo que ahora me hace interesar como podrías vivir el resto de tu vida
en este lugar sin compañía exceptuando aquella bestia en lo alto—el pistolero
se puso las gafas mientras notó como Jairo parecía no ver hacia ningún lado,
aquel hombre lucia totalmente quebrado y sin ganas de vivir.
Vinicio
seguía estupefacto y aunque sus manos temblaban escucho cada palabra de la
conversación, pero solo pudo decir una oración.
—
¿Dónde están mis padres al fin y al cabo? —saco su revolver mientras apuntaba a
Jairo.
—No
lo sé, ellos habían dicho que me buscarían en el pueblo, pero nunca los vi y
tampoco pude notar a los fantasmas cuando en acerque, lo que me hizo entrar en
paranoia y venir hacia acá, pero en ningún rincón del pueblo los encontré y no
me atreví acercarme a la montaña por ustedes, pero pude llegar a una
conclusión—Jairo tenía los ojos rojos de tanto lagrimear y el rostro como si
una marea de años le hubiese abatido.
—
¿Qué tipo de conclusión pudiste sacar sobre sus padres? —el pistolero sintió
que aquellas palabras le dirían algo revelador.
—Los
fantasmas no pueden hacer nada y siempre se encuentran a toda hora en sus
lugares respectivos, pero en estos días siendo preciso después de la noche donde
hubo una cena aquí no vi ninguno de esos fantasmas y a sus padres. Mi esposa y
yo dormimos en la habitación de huéspedes así que lo que sea que viste en ese
campo muchacho se encuentra aquí y debe tener a tu padre, pero debe ser tan
aterrador como para que incluso los muertos le teman y no se revelen ante
él—dichas palabras enmudecieron al muchacho que pensaba contestarle y el
pistolero entonces sintió una corazonada de quien podría haber sido el intruso,
dicha sensación le hizo temblar las manos y su rostro esbozo una sonrisa.
—
¡Al fin! ¡Podré capturarte maldito bastardo—gritó de emoción mientras sostenía
sus dos revólveres!
Vinicio
había sentido como su cerebro era igual que un vaso, cada suceso en los últimos
días lo estaban llenando; los muertos, sus padres desaparecidos, el pistolero,
la bestia de la montaña, la montaña y el deseo de llegar a su interior, la
muerte de la mujer que hace pocos días le sirvió con delicadeza la comida y
ahora saber que lo que vio en el campo no era un montubio, no era un fantasma y
su sola presencia en la cercanía incluso asustaba a los muertos.
Entonces
logró recordarlo, cuando veía el campo diviso una silueta humana, pero por más
que mirase no lograba captar el rostro y conforme aumentaba el camino seguía
allí, impávida sin ejercer ningún movimiento, pero siempre a la misma distancia
y en solo un instante de lo que dura un parpadeo notó como aquella silueta
sonrió, de tal forma que esbozó unos dientes perfectamente blancos y después de
dicho gesto le pareció escuchar al viento decir unas palabras junto a su
nombre. “Bienvenido Vinicio mi muchacho”.
Jairo
yacía de rodillas contemplando el cuerpo de su mujer en tan paupérrimo estado,
su amor hacia ella fue tan enfermizo y de calidad divino que decidió condenarse
a la eternidad en el infierno matando a sus vecinos para que ella se salve. Le
había vendido su palabra a un hombre que ni conocía, pero en la desesperación
acepto ofrecer su dignidad y buenos valores.
Le
invadía el coraje y las ansias de vengarse, su mujer al igual que él había
participado en la matanza del pueblo y aunque ambos estaban condenados a pasar
juntos siempre, no temían a nadie mientras estuviesen juntos. Solo tenía una
opción que aunque le condenase no importaría mucho con tal de morir en el
intento, se acercó al cadáver de su mujer para llorarlo y saco un silbato,
inhalo aire y puso el silbato en su boca el cual sopló creando un sonido casi
imperceptible que el pistolero no logró sentir, le había dado la espalda por un
segundo para que se despida de su esposa.
El
pistolero le vio y sacó su arma que había sido enfundada, le pateo el torso con
tal fuerza que le rompió un par de costillas mientras agarró el silbato, era
largo y de plata con acabados simples pero en el objeto estaba escrita un
nombre: “Lázaro”.
—
¡Qué demonios haces con esto y para qué sirve! —le apunto con el arma mientras
guardo el silbato en sus bolsillos.
—Puedes
dispararme o hacer lo que gustes, pero todos vamos a morir dentro de poco,
piensa bien para que se usan ese tipo de silbatos y entenderás—el montubio dijo
aquellas palabras con severo esfuerzo mientras un torrente de sangre emanaba de
su boca.
—Esos
silbatos saben usarse para los perros, entrenarlos y llamarlos—dijo el muchacho
mientras temblaba, sentía un frio que le dolía hasta los huesos.
—
¡No me estés jodiendo! ¡Maldito bastardo! —gritó el pistolero mientras puso
balas en su revólver y al finalizar sacó el otro, muchacho quédate junto a mí y
ten lista el arma.
—Es
el fin de todo, así que tu escoge gastar una bala en mí o ver que sucederá con
lo que se viene, apenas él llegue iniciará un festín y el plato fuerte se
acercará a su vez—Jairo comenzó a botar sangre y cayó recostado a lado de su
mujer mientras ambos formaban un gran charco de sangre.
—
¡Pero qué sucede o va a suceder que te tiene tan alerta! ¡Dime que no entiendo
la situación! —el muchacho sostenía el arma con ambas manos tembloroso y miraba
hacia todo lado.
—El
silbato tiene grabado el nombre del sujeto que se encuentra enterrado en la
montaña que es a su vez el antiguo amo de aquella bestia, así que ya puedes
imaginar que sucederá—de repente comenzó a sentirse un leve retumbar y un
rugido se escuchó con tal furia que todos los vidrios y la vajilla de la caza
retumbó, Vinicio sintió como si el clima se hubiese sosegado y sus oídos
estaban a punto de reventar.
—
¡Carajo! ¡Esa cosa viene por nosotros! ¡Debemos de huir! —entró en tal pánico
que el pistolero tuvo que sujetarlo del hombro para calmarlo.
—No
hay donde, si salimos esa bestia nos atacará, mientras estemos en la casa
tenemos la opción de poder esperar en qué lado atacará y rechazarlo—mostró
calma y apuntaba a dos lados con sus armas.
—
¿Qué sucede si la bestia tan solo se queda merodeando y no decide atacarnos?
—el muchacho entre toda su confusión arrojo una conjetura bastante simple, pero
posible, aquella bestia podría jugar con ellos como ratones.
—Lo
haré venir si sucede—el piso comenzó a retumbar y las maderas de la casa
crujían con la vibración.
—
¡Carajo! ¡Carajo! ¡Ya viene y está furioso! —el muchacho sostenía el arma con
ojos cerrados.
—Cálmate
y ponte en la esquina de allá— le señalo un pilar cerca de una habitación.
El
temblor fue mayor hasta que sucedió, el muchacho aunque estaba aterrorizado
mantuvo aquellos ojos oscuros tan abiertos que parecían pepa de caco y
contemplo como el pistolero apunto ambas armas hacia la cocina y en un instante
disparó, el ruido dentro de la casa era ensordecedor, pero en el mismo acto el
lobo entró con fuerza embistiendo la pared.
Los
disparos impactaron con la bestia, uno de ellos le rozó una oreja y el otro en
el cuerpo, la potencia fue tal que el animal cambio el rumbo y siguió de largo
hacia la derecha, casi un tercio de la casa fue destruido en cuestión de unos
pocos segundos y aunque ya no existía cocina alguna toda la parte superior
restante colapso, el pistolero retrocedió y se paró sobre los escombros donde
pudo visualizar al animal alejándose a una distancia considerable y volviendo a
ver hacia la casa.
—
¿Qué demonios paso con el animal? ¿Lograste matarlo o está bien herido aún? —el
muchacho tosía con mucha fuerza mientras contemplo los cuerpos de los Paján
entre los escombros.
—Sigue
vivo el infeliz ese, pero logré hacerle una perforación en la oreja y herirle
en parte del cuerpo aunque no parece que tenga molestias, sabes desde aquí me
parece que es un poco más grande y está botando espuma, te recomiendo trates de
refugiarte porque pronto podría colapsar toda la casa—el animal le veía con los
ojos inyectados de sangre, su hocico rebosaba de rabia y sus músculos era cada
vez más tensos que remarcaban su figura y venas.
La
bestia pareció ponerse en algún tipo de posición, rugió hacia el cielo con tal
ferocidad que el pistolero sintió una fuerte ventisca y Vinicio se acuclillaba
del dolor atrás de los restos de la casa, dio un fuerte paso inicial con el
cual comenzó su embestida.
El
Pistolero entonces pudo notar que la velocidad se había duplicado y su tamaño
parecía ser mayor, le disparo en dirección hacia su hocico y aunque de cuatro
balas solo una le rozó pudo notar como la bestia ni se inmuto de dolor y siguió
con ferocidad, la preocupación invadió al pistolero al saber que dicha bestia
se encontraba cerca y volvió a disparar pero uno de los tiros rozó un ojo de la
bestia mientras otro le dio de lleno en el hocico.
El
animal prosiguió con su embestida sin disminuir la velocidad pero un disparo en
su pata delantera derecha lo obligo a caer y rodar. El pistolero se acercó y al
notar como la bestia deseaba ponerse en pie le disparo en dos patas más
provocando en la bestia un aullido de dolor inmenso que hasta Vinicio se
compadeció del destino de dicho ser.
—Has
generado una enorme cantidad de problemas lobito, pero ya es hora que tú
descanses y me permitas ver que se encuentra en dicha montaña—al escuchar
aquella última palabra la bestia se arrastró con fuerza mostrando sus enormes
colmillos y rugiendo, pero un par de disparos reventaron dentro de su hocico
silenciándola de una vez por todas.
—
¡Ya puedo salir de aquí! —Vinicio sentía pavor de acercarse tan siquiera a lugar
del tiroteo.
—
¡Si! ya está muerto así que muévete—
—De
acuerdo, pero espero no esté lleno de sangre como en la casa—el muchacho salió
de su escondite y al acercarse percibió el olor nauseabundo del lobo y
contemplo un pequeño lago de sangre a su alrededor, aquella bestia aun muerta
era imponente y le parecía increíble ver que ese hombre la había abatido con
tan solo dos revólveres.
—Ahora
si podré respirar un poco de paz, considero que la tormenta ha pasado en estos
momentos—el pistolero tomo asiento en el piso mientras soltó sus armas.
—Mis
padres aun no aparecen y me preocupa saber quién puede ser aquel sujeto que
menciono Jairo—el pistolero se levantó de un salto y disparo hacia la montaña,
una risa pareció escucharse a la distancia y entonces comenzó a correr hacia
donde apunto con tal velocidad que Vinicio dudo que sea humano.
Corrió
mientras pensaba que debía capturarle, durante años le había dedicado su vida a
buscarlo y sentía que algo grande estaba por suceder, incluso más grande de lo
que aconteció hace cien años cuando estuvo en La Alborada.
Logró
ver a lo lejos como una sombra se movía entre la hierba y aunque disparaba
parecía no atinarle, entonces siguió corriendo mientras con una mano movía las
ramas y hierba que le molestaba, pero paro en seco al llegar hacia lo que
parecía un sendero que llevaba al centro de la montaña.
Sintió
como aquel preciso lugar era tóxico, el aire escaseaba y una leve neblina
existía, ni siquiera había monte conforme se avanzaba en el sendero y en el
fondo de este pudo encontrar una caja mortuoria de cemento abierta con cadenas
rotas y sellos pintados. Junto esta caja se hallaba los cuerpos de un hombre y
una mujer, ambos habían sido acuchillados de alguna manera y tenían las
iniciales S.Y en los brazos.
—Fueron
sacrificados para poder abrir aquella caja maldita, que ironía que incluso él
tuvo que pagar un peaje para liberar a esa momia de su tumba, el muchacho no va
a poder digerir esto, dudo incluso que crea que todo lo que ha sucedido paso en
verdad ¡Carajo! ¡Lo tiene consigo! —comenzó a ver cada lugar y apuntar mientras
buscaba el mínimo indicio de movimiento.
—Es
muy curioso que tú después de tantos años, me visites aquí, aunque fuimos
viejos conocidos y durante todo mi tiempo aquí me pregunte si me extrañarías—se
escuchaba una leve voz susurrar en el viento mientras una risa invadía el
ambiente.
—
¡Cállate! ¡Maldita sea como puedes hablar! —el pistolero no lograba encontrar
la voz.
—Estas
tierras están tan malditas que quien muere aquí no encuentra el descanso, ese
fue uno de mis planes a futuro pero veo que lo supieron ejecutar bien y te
notifico que has llegado tarde como siempre, tarde como el día en el que
mataron a todos amigos, él vino y se llevó mi diario así que la situación se ha
complicado en extremo para ti, ¿Sientes curiosidad de que se hallaba escrito
allí Juan Batista? —la voz reía y disfrutaba torturar al pistolero con sus
palabras.
—
¡Eres un bastardo que nunca se da por vencido! ¡No puedes tan solo irte de este
mundo! ¡Que decía tu diario y porque Samael Yana vino en persona por él—Juan
estaba atento hacia su alrededor!
—Yo
también me sorprendí que estuviese aquí él, pero un día iba a suceder y no
hable con él, siendo sincero no tengo que hablarle y a ti tampoco, pero
considerando que ya no puedo influir y tú eres quizás el único capaz en
detenerlo te diré que posee ese diario—
—Es
difícil confiar en ti después de todos los horrores que hiciste, ¡no en balde
te sepultaron lejos de civilización en medio de una montaña y que por tu jodido
cadáver todo el entorno es tóxico!, ¡así que apura en decirme lo que sabes
porque suficiente problemas tuve con tu mascota!—Juan estaba enojado mientras
dejo de apuntar hacia todos lados.
—
¡Eres un pobre bastardo que se atrevió a matar a mi humilde mascota! Pero no
soy un hombre de resentimientos así que lo que ocultaba ese diario era una
historia y especificaciones de algo sumamente valioso que ansié encontrar
cuando estuve en vida, pero ahora Samael lo desea y desconozco que hará—
—Sin
lloriqueos porque tú humilde animal podía destruir una casa de dos pisos
jugueteando, ¿Qué se supone que buscaste tú y ahora anhela Samael, el hecho de
haber aparecido en persona es bastante notorio en vez de mandar uno de sus
lacayos?—
—Hace
muchos años antes que tú o yo existiéramos o quizás incluso que Samael aunque
desconozco, hubo algo o mejor dicho una habilidad por la cual las personas
prehistóricas iban a guerra e incluso ahora su existencia no es catalogada como
leyenda es un saber casi muerto, existió en un tiempo dado una persona nacida
con los ojos divinos, no era su color ni que pudiese ver en la oscuridad, dicha
persona podía ver el futuro y el pasado a la vez, claro que existía un alto
costo en lo que desea conocer, pero dicha capacidad fue codiciada y aquella
primera persona decidió dársela a dos personas de confianza, se arrancó el ojo
derecho y así entrego el futuro a quien él le diera la mano pactándolo con su
sangre y cometió la misma acción para el izquierdo—
—
¿Qué carajos estás hablando? ¿Quieres decir que alguien podía ver el futuro y
el pasado? —Juan sintió mucha confusión mientras trato de procesar toda la
historia.
—Sí,
pero había un costo enorme aquella persona que ve el futuro dependiendo cuantos
años desea ver perderá eso de esperanza de vida solo pueden ver breves
momentos, conforme pasaron siglos las habilidades en muchos momentos fueron
hurtadas y se daban peleas entre tribus por quien las posea, saber cuándo sería
una buena cosecha o que años eran los peores de siembra y donde hubo grandes
sembríos eran los deseos más simples pero imprescindibles en dichas épocas. Lo
que te conté es una vieja leyenda perdida en nuestro país, pero está conectada
con más saberes ancestrales así que puede ser una interpretación simple de lo
que sucedió. Cuando los conquistadores llegaron trataron el tema de herejía y
se perdió rastro de dichas capacidades hasta que existió un gobierno tiránico
que solo fue fachada de su líder para buscar dichas habilidades, aunque algunos
rumoreaban que aquel sujeto logró obtener uno de esos dones, pero lo transmitió
antes de caer—
—Don
Ecua…eso explica porque habían tantos campos de concentración de niños y
secuestraban indígenas—Juan sintió como cobro sentido muchos hechos acontecidos
en su juventud.
—Exacto,
la habilidad siempre paso entre niños o jóvenes y era trasladada así por el
hecho del peaje de vida al pagarla no vivían mucho, a la edad de quince años
tenían una visión los portadores y podían saber que les precedía a ellos, lo
que si fue una enorme sorpresa que en este país se encontró dicha habilidad
cuando yo estuve con vida y precisamente la de poder ver el futuro se hallaba
en la Sierra, pero nunca pude hallar a la persona y la habilidad del pasado se
hallaba en la Costa según investigue.
Ahora que sabes esto puedes imaginarte que tan caótico podría ser que personas
como tú o yo tengamos dicha habilidad, imagínate poder saber todo lo que fue en
su momento una persona o un lugar con solo tocar y tener acceso a tal
información es increíble, pero poder ver el futuro es aún mejor saber que hechos
sucederán y podrían ser manipulados en tu beneficios o cubrirte de peligros.
Ambas
habilidades sin necesidad de un peaje en alguien como yo o incluso peor en
alguien como Samael hubiese sido un jaque mate al iniciar la partida mi amigo y
justo ahora todo lo que te conté lo posee
dicho sujeto e incluso en el diario menciona una familia de apellido
Araujo caídos en la desgracia que podrían haber sido quienes heredaban una de
las habilidades, por eso vine hacia la Sierra, pero no supe encontrarlos así
que esta tarea de hace tantas décadas te la delego a ti o todos aquellos que se
contrapongan a Samael caerán como fichas de dominó y yo estaré en mi montaña
maldita divirtiéndome de todo eso—toda la neblina del lugar se disipo y
entonces esta tomo forma corpórea frente a Juan, su apariencia aunque tenía
silueta humana no mostraba ningún tipo de facción y comenzó aplaudir mientras
se disipaba.
—
¡Carajos! ¡Maldita sea debo avisar esto! —cuando comenzó a salir del sendero
notó como se acercaba hacia él, Vinicio apuntándole tembloroso.
—
¡Eres tú el pistolero o un fantasma! —gritó el muchacho mientras sentía pavor
de la respuesta.
—Soy
yo y déjame informarte una trágica noticia muchacho—el muchacho comenzó a
llorar mientras se arrodillo.
—
¡Losé! ¡Acabo de verlos! Me dijeron que no siga o los encontraría y que me
quede cerca de ti, aunque eres algo peligroso no haces daño y que me amaban
mucho—rompió en llanto mientras soltó el arma.
—Mi
nombre es Juan Batista y soy un cazador, si deseas puedes venir conmigo hasta
tu ciudad y allí podrás arreglártelas tú, pero más sano es salir de este lugar
muchacho, ya sufriste mucho aquí así que no des tus lágrimas en donde te fueron
arrebatados tus padres—le palmo la espalda y le extendió una mano sonriendo, el
muchacho seco sus lágrimas y se levantó para caminar con él.
Caminaron
hasta la finca, Juan le arranco un par de colmillos chicos al animal muerto
junto a su pelaje y lo guardo en una maleta, cogieron lo poco que rescataron y
aunque vieron que Jairo seguía bajo escombros vivo le dejaron allí, por sus
heridas y la circunstancia en que pacto no podría salir del pueblo y la finca,
aun así moriría en días por inanición y se debilitaría por la sangre perdida.
Fueron
hasta el otro lado donde Juan tenía una camioneta se subieron y arrancaron a
toda velocidad hacia la ciudad principal del puerto, la misión del pistolero se
había complicado y ahora todo su futuro era aún más incierto, pero sentía
esperanzas en poder encontrar primero a quienes poseía tal divino don.
Vinicio
había perdido a sus padres y experimentado en cuestión de menos una semana un
mar de emociones, su mente al iniciar el viaje se encontraba difusa, confundida
y llena de estrés, pero en estos momentos en la camioneta de Juan Batista está
roto, aterrado del mundo exterior y con miedo de haber dado un vistazo al
absurdo que se esconde tras bastidores en la gran obra de la vida en la cual el
paso a ser un actor más, su estado mental era de temer y mantenía apariencias
de tranquilidad aunque la locura comenzaba hacerle imaginar jaurías de lobos
más grandes, conversaciones con fantasma, armas que disparaban rayos, montañas
que incitaban a ser exploradas como si de un placer lujurioso se tratase.
Jairo
yacía debajo de una viga, la patada que le había dado Juan fue tan bien
colocada que rompió un par de costillas perforó levemente unos órganos y ahora
el madero sobre su cuerpo le estaba dejando sin aire, tenía miedo de morir por
saber que su condena sería eterna pero le aterraba vivir rodeado solo de los
fantasmas del pueblo.
Pudieron
notar como alrededor de la finca se comenzaron a congregar una masa espectral
de personas viéndolo con regocijo, riéndose y mofándose de su desgracia,
algunos se turnaban para bailar sobre el cadáver de su difunta esposa y lo
rodeaban fingiendo que alzaban la viga, pero a último momento se disculpaban
por estar muertos y no ayudarles.
Lagrimas
corrían por su mejilla, pensó en suicidarse pero temía intentarlo aunque la
desesperación le estaba haciendo considerar la idea, un viento huracanado invadió
la finca y con él los fantasma junto a Jairo escucharon una risa contagiosa
pero asquerosa que los hizo asustar, todos huyeron desesperación como si una
bestia los fuese a devorar.
—
¿Qué carajos paso y pudo asustarlos de tal forma? —Jairo sentía como el
ambiente se helaba y le faltaba oxígeno, supuso que pronto moriría aunque era
muy veloz todo el proceso.
—Es
una lástima que nos encontremos en una situación tan llena de desgracia para
ti, pero déjame ofrecerte una ayuda para alivianar tu corazón furioso—aquella
voz susurraba al viento.
—
¿Quién eres? Capaz la falta de sangre me está haciendo alucinar, pero si eres
de verdad muéstrate ante mí y te lo ofrezco todo solo no me dejes morir aquí—su
voz estaba quebrantada y llena de ansiedad.
—Será
un placer salvarte, pero debes hacer algo por mí que no podrás rehusarte—un
banco de neblina invadía la finca y tomo forma de una silueta humana ante Jairo
extendiéndole la mano a su alcance
—
¡Tú! Debes ser quien estaba sepultado en la montaña, aquel que no debía ser
despertado de su descanso, sálvame por favor y toma lo que quieras ya lo he
perdido todo solo no quiero morir aquí—le dio la mano y se la estrecho.
—Claro
que no morirás aquí y mi nombre es Lázaro—le soltó la mano y la neblina pareció
entrar por las heridas de Jairo y levantó la viga que le oprimía mientras
danzaba a su alrededor.
Jairo
sitió como sus heridas se curaban y se llenaba de vida, supuso entonces él
habría cumplido con su trato.
—
¿Qué deseas que te otorgue a cambio del inmenso favor que has hecho para mí?
—el montubio sonreía y sentía la tristeza de la muerte de su mujer alejarse.
—Mi
parte fue cumplida y tú me has ofrecido todo mi amigo así que lo tomare, pero
la única condición será que no morirás en estos terrenos—de pronto el cuerpo de
Jairo experimento dolor, sus dientes comenzaron a tornarse más filudos, sus
heridas se cerraron completamente y sus ojos parecían no ver hacia ningún
lado...
Ese
día todos los fantasmas del pueblo se escondieron y alejaban conforme veían
pasar a Jairo caminando hacia el auto de la familia de Vinicio, notaron como lo
uso y se marchó mientras reía frenéticamente.
Inclusos
los muertos sintieron miedo de aquel demonio que se había liberado de su
prisión de las montañas.