David llegó poco después
del amanecer con todos los refuerzos el sol se vio oculto por nubes y por su
mente recorría aquellos amargos recuerdos de la guerra donde muchos compañeros
encontraron fatídicos destino, mientras otros quedaron con severas secuelas de
lo acontecido. Durante minutos divago y recordó que vio al Coronel de Santa
Cruz una sola vez con ambas piernas y su uniforme, le parecía un hombre íntegro
y severo con carácter inquebrantable que ahora se encontraba derramando sangre
de sus vecinos y a las órdenes de Lázaro.
Dante y compañía llegaron
en la noche, la distancia entre Guayacanes y La Alborada era muy corta, pero el
clima en dicho trecho era demasiado helado y los raudos vientos dificultaban la
posibilidad de emprender un viaje a pie.
Se acomodaron en la
mansión y una vez allí La Madrina les confesó su nombre era María Auxiliadora
Yupanqui pidió que hicieran llamar a Lucio para poder dialogar con él.
Conforme paso casi una
hora supo llegar Lucio vistiendo ropas de lana y alpargatas blancas,
contrastando con su piel oscura, pero los diseños de su vestimenta le daban un
aire elegante y señorial.
—Hace muchos años que no
veía un indio tan elegante como tú, exceptuando cuando era quinceañero, pero de
eso han pasado muchas lunas e inviernos—la mujer se acercó a Lucio con una
sonrisa extendida.
—Usted sigue igual de
hermosa con aquellos cabellos como rio recorriendo su dulce rostro mi señora—le
tomo la mano derecha y beso su anillo dejando a todos estupefactos por su
comportamiento, le conocían como un hombre rudo de trato áspero y antipático
con las personas ajenas a su parte del pueblo.
—Sigues igual de gallo
bravo aunque los años han pasado, pero he venido porque aquello que acecha
tanto mi pueblo como el tuyo es demasiado grande para dejarlo pasar de alto—la
voz de la mujer se tornó grave y mostró preocupación.
—Aquel que viene no es un
sujeto común me atrevería a decir que incluso supera mis expectativas, durante
muchos días logré escuchar sobre él y aunque deseaba conocer más era imposible,
ni siquiera los animales más chicos o las aves más poderosas logran cruzar
aquel muro invernal en Garzota, una fortaleza helada y de muerte que condenó
todo un pueblo—durante días Lucio busco la manera de poder conocer más de su
enemigo, pero este se alojaba en un lugar impenetrable y lleno de muerte.
—No es menos de esperar
de la bestia que logró reducir a escombros la misma prisión del fin del mundo,
de aquel que recibió dones de Samael Yana mi padre y que aun así logró
sobrevivir un encuentro con Juan Batista, debemos actuar precavidos y no hacer
que sus provocaciones nos estremezcan si logramos detener a sus hombres se verá
obligado a salir de aquella fortaleza— la mujer comprendía que Lázaro forjó un
lazo maquiavélico con Garzota donde el miedo, muerte y locura le ensalzaba como
si fuese una deidad en aquel pequeño mapa del mundo así que debían acabar con
sus esbirros para que se reduzca a un reino de un solo hombre en un trono vacío
sin adoradores.
—Puse ofrendas en el
perímetro del pueblo, no sé qué tan poderoso es el alcance de sus habilidades
pero mantengo mis esperanzas que lograremos evitar la niebla aquella que arrasa
todo como un huracán furioso—
—Aquellas serán útiles
para que pueda darles mi bendición y así no podrá pasar ninguna de sus
maldiciones, pero me temo que si manda alguno de sus hombres con protección no
podré negarle el pasa, los asesinos y armas humanas no puedo crear efecto en
ellos pero nada maldito a más que esté encarnado de manera corpórea podrá
atacar el pueblo, vine porque logré ver a través de mis visiones que futuro nos
depara sino logramos detenerlo, llévame hacia donde yacen dichas bendiciones—
—La llevaré y será
escoltadas por mis hombres junto a mí, pero ¿Qué futuro tan atroz vio para que
tome cartas en el asunto? —el indio sentía preocupación, se conocían hace
muchísimos años y sabía que aquella mujer debía a ver percibido el infierno en
la tierra.
—Vi un ave negra como un
cóndor con una herida de bala asolando la costa y todo a su paso era consumido
por fuego, su aleteo alimentaba las llamas que engullían todo, aquella ave no
es más que Samael y si Lázaro logra ganar aquí aprovechará este caos para
tornar el país en un infierno—
—Entonces está decidido
este lugar no solo resistirá también tendrá la victoria y de allí habremos de
idea como abrirnos paso por Garzota para capturar a Lázaro—
Los refuerzos de David
ayudaron a establecer una tarima para preparar la reunión en la cual hablaría
el alcalde anunciando la decisión que debía escoger el pueblo.
Muchos hombres cargaron
los típicos maderos que usaban para el carnaval o fiesta de fin de año y
levantaron aquella tarima improvisada y de boca en boca se fueron llamando
hasta que la plaza del pueblo se vio abarrotada de personas mientras que en la
tarima había un podio y sillas donde se encontraba Dante, Juan, María y el
alcalde se levantó acercándose al podio.
Vio en los ojos de los
presentes y notó incertidumbre, miedo y coraje en algunos que sentían como
ardía un sentimiento de odio hacia aquellos que desean atacar el pueblo.
Sintió un calor en su
garganta que no acontecía a ningún tipo de malestar, vio como todos estaban
ansiosos e intranquilos y en su mente repaso cada una de las palabras que había
preparado.
—Hermanos míos el motivo
que nos reúne en esta ocasión nos compete a todos y es de suma importancia para
decidir el futuro del pueblo, nuestras vidas y la región—vio como las miradas
se posaban sobre él con interés y otros con incredulidad.
— ¡Ya sabemos que somos
los siguientes en ser atacados! ¡Vendrán y arrasarán con nosotros!—la
muchedumbre gritaba las mismas palabras una y otra vez al unísono.
— ¡Si somos los
siguientes! ¡Pero he aquí donde les hago una pregunta! ¿Qué piensan hacer huir
o pelear por sus tierras? Este pueblo fue fundado por hombres trabajadores y
honestos que dejaron sus tierras a sus hijos, pero ahora un grupo de bestias
armadas vienen atacarnos y quieren llevarse todo lo que hemos cultivado con
años, lo que nuestros mayores nos dejaron con tanto esfuerzo en un solo día
quieren adueñarse de nuestra tierra, nuestra historia e identidad y aquí es
donde yo les digo ¡Alto!, no pienso doblegarme ante ningún ladrón enfrente de
mis hermanos e hijos así que alzaré mis armas junto a nuestros vecinos de Juján
que vienen a saldar la deuda pendiente con aquellos pillos y quienes que no
tengan el coraje necesario de pelear pueden ir hacia Guayacanes e ir lejos de
esta región, pero quienes deseen permanecer en la victoria o derrota quédense
tomen un arma y vigilen las fronteras del pueblo porque nadie que no venga en
buenos términos será bienvenido, en Juján se vio un infierno, Garzota de igual
manera está sufriendo y Guayacanes ya fue atacada, pero han logrado resistirse
aunque sufrieron daños y bajas y solo faltamos nosotros así que les invito a
luchar por lo que nos pertenece y todo aquel que sobreviva tomará el día
después de la batalla conmigo de la misma botella—su voz fue imponente y
enmudeció a todo el público, Juan recordó aquellos años de guerra y considero
tales palabras digna de un General.
— ¡Debemos resistir el
ataque y devolverlo! ¡Aquí podremos resistir y obtendremos la victoria!
¡Nosotros fuimos salvados gracia aquel hombre! —muchos gritaron, pero aquellas
últimas palabras se repetían entre los que llegaron de Juján señalando a Juan
Batista.
— ¡Este hombre vino desde
el confín del mundo! ¡Él logró acabar con casi dos docenas de asaltantes en
Guayacanes! ¡Sus habilidades son dignas de un pistolero legendario! ¡Aquí junto
a nosotros luchará para vencer a Lázaro! ¡Les hice una pregunta y deseo la
respondan!, aquellos que se vean incapacitados de pelear se refugiarán en la
mansión De la Cruz y estarán resguardados para no sufrir ningún daño—mientras
gritaba tales hazañas convenciendo al público notó como los ojos de estos se
llenaban de seguridad y esperaba ansioso sus palabras.
— ¡Si alzaremos armas!
¡Ni un paso atrás! ¡Nuestra tierra se respeta carajo! ¡Ningún ladronzuelo
vendrá a robarnos! ¡Bala para el enemigo y trago al amigo! —fueron muchos los
gritos de aceptación y la conmoción enorme, todos habían aceptado recordando
aquellos momentos en su pueblo, muchos eran conocidos, amigos y parientes así
que marcharse era darle la espalda a su propia sangre y hermanos.
— ¡Nos comenzaremos a
distribuir y organizar en los próximos días vendrán atacar el pueblo así que
seamos pacientes y fuertes ante cualquier adversidad!—Juan tomo la palabras
mientras alzo su arma y disparo a la campana de la iglesia causando que suene
con fuerza y aumentando más la conmoción del público.
Mientras el discurso
acontecía en La Alborada y todos emocionados la noticia del fracaso del ataque
de Guayacanes era asumida.
— ¡Esos malditos lograron
salirse con las suyas! ¡Me sorprende que hubiesen podido responder tan bien
aquella táctica! —el Coronel maldecía e insultaba en la oficina de Lázaro.
—No fueron los
pobladores, existe el rumor que quien rige Guayacanes es una mujer robusta de
cabellos largos que caen como rio y que en aquel lugar nada malo acontece, pero
aun así para ser diezmados de tal forma él debió de estar allí defendiendo el
lugar y solicitando ayuda, cree que La Alborada no caerá aquella bestia
ilusa—rio al último mientras admiraba una pelea por un trozo de pan entre dos
personas.
—Si aquel sujeto es tan
hábil y pudo herirte alguna vez es alguien de temer ¿Por qué tú mismo no partes
hacia el pueblo con todos los hombres incluyéndome y arrasamos el lugar? —el
Coronel tenía inquietud de ver que tan bueno era el pistolero blanco.
—No, si el pueblo es
arrasado con explosivos no podría encontrar o investiga lo que deseo a
comodidad y a su vez sería una trampa, ellos tienen la ventaja de terreno y su
me movilizo sería darles una leve esperanza en cazarme y deseo que ellos mismos
se sientan obligado, de igual forma los refuerzos han llegado y con ellos
Fernando partirá a primera hora y llegará sobre el medio día para desatar un
infierno—Lázaro sabía que si se abalanzaba contra Juan este le esperaría y
desconocía el número exacto de todos los refuerzos de La Alborada, también
deseaba diezmar aquel lugar sin crear destrozos grandes.
— ¿Qué pasa si nos
superan en La Alborada? ¿Podrían marchar y entrar aquí? —El Coronel sentía
incredulidad en que sus enemigos logren sobrepasarlos, pero le encantaba
contemplar cada posible opción.
—No seremos superados y
es imposible que lleguen entrar aquí a más que yo lo permita, Fernando será
capaz de vencer aquel pistolero y de esa forma todo será pan comido—su gruesa
voz calmo las dudas dentro de Marco.
Al mismo tiempo en Juján…
El refugio que armaron
los que se quedaron era sólido y estaban planeando como volver a trabajar la
tierra, entre los escombros del pueblo había buscado todas las herramientas
necesarias, pero en la lejanía vieron un caballo montado por un hombre con
ropas oscuras y sombrero de ala ancha.
Conforme se acercaba dicha
imagen fue más clara y les dio bastante sospecha, los pocos que cargaban armas
le apuntaron mientras vieron aquel sujeto alzar el sombrero y sonreír de manera
inocente.
—Muy buenas mis
estimados, espero no llegar en un mal momento, mi nombre es Francisco Piza—se
sacó el sombrero para saludar mientras se bajó del caballo.
—Has llegado en el peor
momento posible, ¿Qué hace un tipo de ropas tan lúgubres en este pueblo o lo
que queda de él? —era un hombre mayor el que le apunto.
—Calma mi amigo, vengo de
paso me encuentro rumbo a La Alborada soy un viejo conocido de la familia De la
Cruz—alzó las manos mientras explicaba todo con una sonrisa.
—Ir a La Alborada no es
recomendable justo ahora, se encuentra bajo ataque de unos sujetos llamados los
Purificadores, son aquellos que devastaron este lugar así que te sugiero tomes
reposo aquí y puedes partir en unos días—el hombre bajo el arma.
—Muchas gracias por tal
advertencia mi buen señor y lo haré, pero me gustaría conocer donde hay un
refugio eso sí pagaré toda mi estadía y lo que consuma claro también deseo
hacerle una pregunta—el hombre se acercó al sujeto mientras se fue sacando sus
guantes oscuros.
—Pregunta lo que quieras,
son tiempos convulsos esta bienvenida la duda—
— ¿Acaso un sujeto de
nombre Juan Batista no ha pasado por este pueblo?, somos colegas y vine en
refuerzo, pero tuve altercados en el camino así que me gustaría saber sobre él.
— ¡Santo cielo eres amigo
del “Pistolero Blanco”!, claro el paso aquí hace algún tiempo y nos libró de
malhechores lo último que supimos es que se encuentra en la resistencia de La
Alborada si usted ha sido compañero suyo será recibido con honores le debemos
mucho—
—Vaya me sorprende de la
fama que se ha hecho, como vera yo soy el negro y él es blanco, pero si el asunto
es tan difícil en dicho lugar y se encuentra por librar un combate iré a darle
mi apoyo—sonrió mientras volvió a montar su caballo.
—Desearía que descanse,
pero siendo su colega debe ser igual de habilidoso y se necesitan la mayor
cantidad de brazos en aquel lugar, podría repetirme su nombre, a esta edad se
me escapan pequeños detalles—el hombre se acercó al jinete.
—Mi nombre es Samael
Yana, el pistolero negro o como me conocieron en Tarqui el Demonio de las
Montañas—le sonrió mientras cabalgo como el viento, pensó entonces que pronto
se libraría una gran batalla de la cual solo sería un espectador y tendría
paciente para hacer su jugada, la herida en su mano derecha provocado por el
arma de Juan le hacía sentir dolor algo que no había sucedido en siglos y
aunque tenía cuidado de dichos cañones su mayor interés por alguna razón se
notaba en la familia De la Cruz.