Decimo Séptimo Capitulo

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Después de un par de horas en la carreta la cual fue usada por Dante para recuperar el sueño lograron llegar a Guayacanes, en menos de dos semanas había vuelto a transitar por aquel pueblito que poco interés le brindaba, era el pueblo con mayor resguardo y seguridad de todos por tener la estación de tren y a su vez se encontraba con una gran cantidad de comerciantes.

Una gran imprenta funcionaba aquí que se encargaba de distribuir los periódicos sobre La Región y también poseía una escuela, gran parte de las personas en dicho pueblo eran jóvenes y escaseaban ancianos. Se organizaban por una junta de personas que sometían todas las decisiones a votación aunque quien la presidía era una mujer de edad avanzada y robusta que era apodada “La Madrina”.

El carruaje llegó por el lado sur del pueblo pero tan pronto como se acerco fue rodeado por dos policías a caballo con armas, habían escuchado los rumores de Lázaro en toda la región y aunque no venían refuerzos de ningún tipo el pueblo estaba en total alerta.

Quien maneje la única estación de tren podría hacer de las suyas con los caminos y dificultar la comunicación entre Costa y Sierra para así generar un caos igual al vivido en tiempos de guerra, todos los turistas y personas que transitaban Guayacanes eran revisados, durante los últimos días obtuvieron la información que cerca del Valle de la capital se encontraban cien hombres esperando atacar con otros grupos insurgentes el palacio de gobierno, pero sintieron temor que dichos sujetos se resguarden en la región y provisionen antes de emprender tal locura.

— ¡Alto allí! ¡Todo aquel que desee entrar al pueblo anúnciese y cuál es su motivo!—gritó un policía apuntando su rifle.

—Venimos de visita para advertirles sobre el mal que azota Garzota y deseamos conversar con los encargados del pueblo—José respondió mientras alzaba las manos.

— ¿Cómo podemos saber que no son enemigos o algún tipo de espía buscando atacarnos? —otro policía le apunto al carruaje mientras se acercaba.

—Es muy sencillo, si fuéramos enemigos ustedes yacerían en el suelo muertos y el pueblo estaría bajo ataque, pero en buena hora venimos para hablar con “La Madrina”, díganle que Juan Batista quiere una audiencia con ella y que me acompaña Dante De la Cruz—el pistolero bajo del carruaje mientras mostró sus grandes revólveres.

—Es él, de quien hablaba la señora, debemos escoltarlos tal como ordeno—musitó uno de los policías mientras les hizo seña que le siguiesen.

—Al parecer estaban esperando nuestra llegada—Dante sentía asombro por Juan, no le había visto bostezar o dormir, era como una bestia al acecho que entre momentos miraba todo su entorno mientras una mano reposaba en una de sus armas.

Caminaron los los senderos de baldosas pálidas del pueblo y Dante pudo ver la preocupación por parte de las personas, cuando llego a la región fue recogido en la estación así que no logro ver el rostro de los pobladores sino el de los operarios que en aquel entonces denotaba una angustia que no comprendía.

Conforme siguieron el camino vieron muchos policías y en un momento dado una anciana junto a su hijo se acercaron a Juan para darle las gracias, le dijeron que sobrevivieron por él y que es tan en deuda, este los abrazos y agradeció aquellas palabras pidiéndole que si desean pagar la deuda háganlo ayudando a su prójimo.

Dante había visto muchas personas aprovechadas en su trabajo conforme pasaron los años logró hacerse la idea de que solo obraban por su interés, pero ante él se encontraba un hombre que irradiaba la imagen de salvador, sus revólveres no eran solo simples trozos de metal que rugían como relámpago y estremecían pavor en sus enemigos, aquel ruido contundente era su señal de hacerse presente demostrando que su determinación es inquebrantable.

Llegaron a una enorme casa de color rosada, dicha morada era casi tan grande como la Mansión de La Cruz y se encontraba resguarda, a su alrededor convergían distintos comerciantes con sus tapetes mientras estos miraban a los visitantes de reojo y preferían no hacer contacto visual.

Las puertas parecían ser de iglesia y tenían un pomo de plata con escrituras en alguna lengua extraña, el interior de la sala poseía colores sepia con cuadros de paisajes y muchas pinturas de las montañas. Vieron al fondo una sala donde se encontraban dos hombres de edad que vestían elegante mientras una mujer estaba frente ellos en un escritorio.

Conforme llegaron a dicha sala los hombres se levantaron, saludaron y pidieron permiso para salir. La mujer poseía largas cabellos negros, cara ancha, robusta y de ojos taciturnos. Sonrió al verlos y les hizo señal de que tomen asiento mientras que José prefirió esperar en la sala, consideraba que cualquier tema a tratar no era de su incumbencia y era irrespetuoso escuchar una conversación a la que no fuera invitado.

—Es muy agradable tener la visita de ustedes en este momento de tanta incertidumbre—la voz de la mujer era ronca y profunda.

—El gusto es mutuo, venimos con advertencias e información sobre los datos que acontecen la región —Juan se sacó los anteojos mientras que Dante solo escuchaba con atención, sentía que aquella mujer era imponente.

—Esos ojos tuyos los reconozco muy bien…hace muchos años no veía alguien de tu tierra y a su vez me asombra verte aquí Juan Batista o debería decir “La Bestia” como fuiste conocido en el “Círculo” —la voz de la mujer se tornó más grave y el ambiente era denso.

—Aquel epíteto no había sido usado hace ya casi una década, me honra que conozca mi pasado, pero me alegraría si puede leer mi futuro y decirme que me esperaría—Juan sonrió mientras mujer extendió su mano.

—Puedo intentar leer que sucederá en tus próximos días, meses o incluso años pero aquellas palabas que te diga solo serán una leve pista y quedan a la interpretación—Juan le extendió su mano derecha que fue tomada por la mujer y Dante contemplo como en un breve instante los ojos de ella quedaron blancos como la leche y susurro algo en una lengua incapaz de entender para volver a la normalidad.

—Entonces ¿Que vio en mi futuro señora? —Juan sentía interés por conocer su fortuna y se puso las gafas.

—No veo nada, es como si una especie de nube tape todo, me encontraba en gran charco de sangre, habían huesos por doquier y neblina, pero a lo lejos se dibujaba la sombra de una montaña y en el viento se escuchaba una bestia, desconozco que puede suceder pero si te puedo advertir que la muerte estará a tu lado sea para bien o para mal, desconozco si ella llegará a ti o serás emisario de muerte—la voz de la mujer sonaba angustiada en todos sus años leyendo fortuna había predicho hechos que nunca irradiaban tanta oscuridad en el alma de alguien y tampoco vaticinaban neblina.

—Aunque aquella visión no me revela nada concreto considero que es una señal que aun seguiré en el rumbo de mi trabajo, pero me gustaría también nos ayude con lo que acontecerá en La Alborada—

—Antes permite que lea la fortuna del joven De la Cruz y conversaremos dicho tema, aunque nos conocemos muchacho puedo decirte que veo en ti mucho por delante, me arriesgo a decir que demasiado—le sonrió a Dante mientras este estiro las manos por curiosidad, nunca había creído en la brujería, zodiaco o fortuna, pero sentía interés por que palabras usaría con él.

—Veo oscuridad en tu futuro no puedo discernir si es por la tormenta que se acerca o algo sucederá dentro de muchos años, pero logro ver que vivirás bastante siempre y cuando logres vencer aquello que te agobia, siento unas cadenas y en ellas hay un nombre “Ema”, también veo una ciudad muy grande, hermosa con un malecón y a ti en un barco, veo aquel paisaje a través de tus ojos, pero dicha ciudad parece ser engullida por las llamas  y a tu alrededor no parece haber nada, pero a lo lejos se escuchan relámpagos y lluvia que buscan acallar el fuego que no se detiene en ningún momento entre las llamas se puede distinguir una forma que engulle casas, personas y edificios…dicha forma es como de un gran cóndor pero de plumaje oscuro con ojos inyectados de sangre y sus alas crean vientos que alimentan las llamas, sus garras parecen poseer marcas de haber sido encadenado y tiene una herida de bala en un ala—la mujer volvió a su estado normal, pero estaba comenzando a sudar frío y sintió su corazón en la palma de su mano lo que vio logro estremecerla, comprendía aquella visión en su totalidad y supo que debía poner manos a la obra.

— ¿Que es todo lo que viste? ¿No comprendo que te refieres con aquel cóndor o el fuego? —Dante se sentía nervioso y alterado por haber escuchado aquella mención de un nombre que ya no era pronunciado ante él.

—El cóndor o aquella bestia que se menciona hace alusión a Samael Yana más conocido como el demonio de las montañas, él fue la persona que otorgo a Lázaro sus habilidades y a su vez es quien maneja muchos grupos de corte rebelde tanto en este país como Tarqui, resumiéndotelo simple es el demonio encarnado que fue asustado tanto por Lázaro y por mí en Tarqui—la voz de Juan denotaba un poco de amargura mientras poso una mano sobre otra mostrando una cicatriz de aquel encuentro.

—Entonces tú fuiste capaz de asustar a mi padre, durante muchas décadas me resguardé en este pueblo esperando que nunca saliera de aquel lugar donde fue confinado, pero cuando supe de Lázaro intuí que solo había alguien capaz de dotar de tal habilidad a un ser tan repugnante y al parecer se le fue de las manos, pero esta visión que tuve hace ver que todo el caos que se librará será una chispa para encender sus planes que parecen incluir a la costa—su voz era temerosa y denotaba escalofríos.

— ¡Un momento! ¿Usted es hija de Samael Yana y no se encuentra de su lado?, aunque todo esto es asombroso me siento un muchacho en comparación de edad con ustedes—Dante se sentía como un niño en charla de adultos.

—Sí, él es mi padre pero hace muchos años deje de reconocerlo, pero al ver como su inminente regreso se anuncia me siento aterrada, en aquel entonces su poder e influencia era tan grande que Lázaro era una hormiga a su lado, pero cayó al más bajo de los niveles y en su locura de poder se le dio cárcel como castigo—comenzó a rememorar sus viejas vivencias en tiempos no escritos, antes que la historia existiese y que los conquistadores llegaran al continente, sentía una brisa de viento virgen en su rostro y escuchaba las olas del mar golpeando las rocas y entre esas espumas recordó como habían relatado los poetas que su padre surgió del mar puro y lleno de imaginación.

—Cuando me enteré que había alguien capaz de leer la fortuna en este pueblo y era mujer supuse debía ser la hija de él, no en balde investigue durante diez años entre los indios de Tarqui y este país, pero ahora que conoce que se puede avecinar ante tal inminente tragedia le quiero hacer la siguiente pregunta ¿Puede venir con nosotros a La Alborada para que en su infinita sabiduría nos proteja de todas las maldiciones habidas y por haber que pueda conjurar Lázaro?, en dicho pueblo hay un chamán muy bueno, pero aun así no está a la altura de aquel demonio que sacrifica vidas con tal de obtener más poder e influencia—Juan acercó su cuerpo hacia la mesa invadiendo el espacio de aquella mujer mientras en su mente reconocía que aunque él no fuera afectado por el muro de invierno o la niebla nada podría hacer por cuidar el pueblo, no tenía tal habilidad, pero aquella mujer sería capaz de mantener a salvo el lugar junto a Lucio.

—Durante años deteste el conflicto, la sangre derramada en los ríos, las montañas con sus innumerables muertos y los valles dedicados a ser zona de batalla me aborrecían, pero cuando la locura de mi padre excedió los límites lo apresamos con cadenas hechas a su medida y grabados para asegurarnos que no escapara jamás de aquel lugar al cual maldecimos mis otros dos hermanos, solo allí vi como la locura fue contagiada hacia el mayor y este le arrebato la vida a la menor de todos nosotros para que en pocas décadas los conquistadores llegaran y doblegaran a todo nuestro pueblo, nunca decidimos matar a nuestro padre por miedo que en aquel momento fuese adorado como mártir y retornase lleno de furia hacia nosotros, pero ahora después de tantas décadas una bestia creada por él viene hacia nosotros como si fuese una marea de locura y tiene un poder inconmensurable que no sé cómo piensan destruir—lágrimas corrían por sus ojos a recordar como la locura extermino a su familia y su pueblo fue diezmado.

—Es verdad que aquel al cual nos oponemos es muy grande, pero incluso las grandes bestias perecen ante la naturaleza como los relámpagos—Juan puso ambos revólveres en la mesa, eran pesados y sonaron con fuerza mientras la mujer los vio asombrada y sonrió.

— ¿Cómo fueron forjadas aquellas armas? He visto decenas de armas desde que el primer disparo fue hecho en esta tierra, pero nunca ningunas tan elegantes y poderosas, siento miedo incluso de escuchar como son usadas aunque no sea en mi contra, siento algo extraño en ellas ¿Acaso con estas armas fuiste capaz de herir tanto a mi padre como a Lázaro? —

—Fueron forjadas por mi persona usando plata y metal recolectados de los cuerpo de inocentes masacrados en Tarqui, aquellas personas murieron por ocultarme del gobierno, solo después de enterrar a cada uno decidí forjar estos revólveres tomando mis viejas armas degastadas por los años de servicio como molde, en una ocasión logre lastimar en sus manos a aquellas bestias, pero escaparon de mí, el ruido que emiten al disparar hace dudar incluso al más valiente y poseen una promesa al igual que yo—acaricio sus armas como si fuesen alguna mascota.

— ¿Qué te refieres con una promesa? ¿Qué pudiste ofrecer para que aquellas armas sean tan potentes? —Dante intervino en el asunto de las armas por primera vez las veía de cerca y notó que tenían grabados en lengua india.

—Mil almas injustas por cada una de ellas, sus cañones no descansarán ni se desgastarán porque solo sirven para repartir justicia y esta nunca duerme, siempre castiga y está allí para el necesitado—la promesa de Juan parecía una descripción de su propia vida en resumen.

—Es un alto precio y un sacrificio enorme, pero en vista de dicha situación y tu solicitud la aceptaré porque donde La Alborada cae todo podría ser el fin de este país, debemos arrasarlos de raíz y no permitir que Lázaro logre alzarse en esta región, pero advierto que no llevaré ningún refuerzo porque deseo la vigilancia siga activa en este pueblo—la mujer se levantó decidida a encarar aquella niebla que nublaba sus visiones.

—Entonces debemos partir sin demoras—dijo Juan mientras recogió sus armas, pero en ese momento entró un policía agitado a la oficina y se comenzó a escuchar estruendos en la lejanía.

— ¡Nos atacan con explosivos y disparos!, no sabemos quiénes son, pero vienen camino hacia acá—tomo aire y poso sus manos sobre su garganta.

— ¡Yo iré! —gritó Juan mientras salió corriendo a prisa como un vendaval, José y Dante salieron detrás de este y notaron como algunas cazas fueron alcanzadas por explosivos que resonaban con fiereza.

Los policías estaban disparando hacia la zona este del pueblo, pero tenían que dispersarse porque les estaban lanzando tacos de dinamita los cuales generaban explosiones demasiado potentes levantando nubes de polvo.

El grupo atacante estaba disperso como si fuesen a rodear el pueblo de diversos puntos, pero todos venían del frente este y lanzaba los explosivos lo más lejos posible mientras mantenían sus disparos en la zona intermedia del pueblo y el lugar de impacto de las explosiones provocando que los policías más distantes teman acercarse por ser alcanzados por los escombros ocasionados o heridos de manera colateral y quienes se ocupaban del frente se veían forzados a mantener su puesto, pero con temor a ser acorralados.

—Los tenemos acorralados a esos pequeños bastardos, el temor se puede oler en el ambiente, si tomamos este pueblo podríamos ganar una recompensa de nuestro líder—dejo de disparar hacia la policía mientras prendió un taco de dinamita que planeaba lanzar, pero en el momento que estiro su brazo una bala impacto en su mano dejando un muñón y el taco cayó al piso, detono y todos los hombres de Lázaro pensaron por un momento que ese pobre miserable se equivocó, pero otros fueron alcanzados por balas que los mataron en el acto.

En cuestión de tan solo treinta segundos cerca de media docena de pistoleros había caídos mientras que había dos policías muertos, ocho civiles y más de una docena de heridos. El tiroteo siguió con fuerza, pero cuando lanzaban los tacos de dinamita estos eran reventados en el aire por disparos así que se vieron obligados a acercarse disparando y esperar estas más cerca para lanzar los explosivos por los techos del pueblo.

Conforme fueron avanzando mientras disparaban notaron que iban cayendo como piezas de domino y en pocos minuto solo quedaban cerca de media docena que supo tomar refugio detrás de unos árboles con bastante hojas.

— ¿Cómo carajos pudieron revertir tal ataque? ¿Quién es tan diestro para atinar desde tal distancia a los tacos de dinamita que nos encontramos lanzando? —cargaba su arma mientras le temblaba las manos, había matado muchas veces pero solo el día de hoy sentía nervios.

—Estamos acorralados, debemos retirarnos lo más antes posible o podrían capturarnos y la situación se agravaría para los demás—musitó con miedo uno de los pistoleros.

— ¡Idiota! si volvemos nos mataran solo debemos tirar bala y acercarnos poco, con un par de tacos más de dinamita tendremos el pueblo destruido—respondió aquel sujeto nervioso.

Cuando se levantaron para ver el pueblo fueron alcanzados por disparos que destrozaban los árboles a lo lejos vieron como un hombre con camisa blanca caminaba frente a ellos y disparó con tal velocidad que solo quedo entre ellos el más miedoso, aquel que deseaba escapar siendo alcanzado por una bala en la pierna derecha y en su brazo izquierdo ambos a la altura de su codo y rodillo quedando destrozados.

— ¡Carajos! ¡Maldita sea!, nunca creí morir en un lugar tan miserable y siento tanto frío—lágrimas de cocodrilo escurría su mejilla mientras se retorcía del dolor y veía como aquel sujeto se acercaba, pensó entonces que era la muerto pero conforme más pasos dieron se fijó en sus armas y supo reconocer que se trataba del digno verdugo que les espera a todos aquellos que atacaron Garzota.

—Sino me equivoco eres un hombre de Lázaro y quiero me expliques tu plan o esperaré junto a ti ver si mueres congelado o desangrado—le pisó la herida de la pierna mientras a lo lejos Dante y José venían a caballo, los policías que lo vieron se sintieron asombrados ante tal uso del revólver y comenzaron a ayudar a los heridos mientras que la Madrina sintió abrigo en su corazón de saber que un hombre con tal habilidades estaba oponiéndose hacia Lázaro y su padre.

—Hagamos un trato amigo, en este estado no sobreviviré y si me llevas a un médico de seguro o bien pudo morirse bajo el ataque o me mataran los pobladores así que te pido un disparo en la cabeza y diré lo que necesitas—le rogó mientras le hacía una seña con la mano de todo bien.

—Me parece justo, ¿Qué motivo tenían aquí?, ¿Cuáles son sus planes y que desean en La Alborada?, responde y ganaras tu disparo, pero me daré cuenta si mientes— le apunto con el arma a la cabeza mientras Dante y José habían llegado admirando la escena.

— ¡Solo nos mandaron atacar el pueblo hasta que agotemos la dinamita y una vez cumplamos dicha tarea y provoquemos destrozó teníamos ordenado volver a Garzota, pero! ¡Maldita sea! .... —de pronto el sujeto comenzó a escupir sangre y como si fuese un acto macabro botó sangre por sus oídos y ojos mientras Dante y José miraban la escena con terror Juan se mostró impávido y le disparo reventándole la cabeza.

— ¡Carajo!, si comienzan a delatarlo se mueren estos malnacidos, están malditos de alguna forma—Juan se mostró enojado y disparó hacia el cuerpo descargado su enojo.

— ¡Que carajos sucedió aquí! ¡Maldita sea! — José sintió estrés en todo su cuerpo, la situación era agobiante para él y aunque comprendía que peligros enfrentaba nunca había presenciado un acto tan nauseabundo y vulgar.

—Creo que veremos más situaciones extrañas conforme se acerque el día prometido—Dante había comenzado a pensar que todo finalizaría mientras logren vencer a Lázaro y así podría dedicarse a lo que vino en verdad.

—Vámonos todos están muertos, cuando lleguemos al pueblo que los policías recojan las armas y la dinamita para que así puedan usarlas un día de ser necesarias—Juan enfundo sus armas mientras camino sin ninguna muestra de sentir frio, su cuerpo parecía no mostrar molestia por el clima ni la fatiga. José había comenzado a notar estos rasgos que le daban miedo, pero a su vez tranquilidad que se encuentre con ellos.

Conforme llegaron al pueblo Juan fue recibido con emoción por todos los pobladores que se acercaban abrazarlo y darle bendiciones, La Madrina comunico que viajaría con ellos y volvería lo más pronto posible pidiendo que se cuiden mucho entre ellos y estén alerta ante cualquier eventualidad.

—Nuestra misión será dura, pero ante tal adversidad lo único que podemos hacer es no dar marcha atrás y poner las esperanzas en días mejores la voz de la mujer era llena de emoción hacia muchas décadas no sentía alegrías en su corazón y aunque se encontraba al filo del destino supo presentir que podrían existir días mejores si dispersaban aquella nube de oscuridad en la región.