Decimo Sexto Capitulo

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La señora Dolores Trujillo se encontraba en el portón viejo de su casa con Carmen mientras a lo lejos contemplaron como llegaban carretas con personas que supieron distinguir debían ser policías por su uniforme.

Hace mucho tiempo los pobladores de Juján no tenían tantas alegría como ver carretas con víveres y personas dispuestas a darle una mano para mejorar la situación de damnificados en la que se encontraban.

—Acérquense y les repartiremos los bienes, por favor sean pacientes sé que han sido tiempos duros para ustedes, pero mis amigos venimos de La Alborada en representación del alcalde Vicente Márquez para extenderles una mano en tal infortunio y hacerles una propuesta—David dio señales por donde formen columnas para que les sean repartida los víveres.

— ¿Qué tipo de propuesta pueden hacernos a nosotros en tal grande desgracia que atravesamos? —el padre de Carmen había tomado la palabra y desconfiaba de tan buena voluntad de los visitantes, durante años siempre fue antipático a confiar en personas ajenas de su pueblo.

—Aquellas personas tan despreciables que azotaron su pueblo se encuentran en Garzota y en unos días podrían atacar La Alborada les pido a todos aquellos que deseen brindar su apoyo vengan y recobren por medio de pistola todo lo que fue arrebatado con tanta injusticia—

—Murieron muchas personas cuando Lázaro y sus hombres vinieron, otros fueron pereciendo conforme paso el tiempo y hubo cerca de una docena que se marcharon con ellos dejándose corromper por droga y miedo, ahora tu vienes con comida aprovechando la necesidad de esta pobre gente buscando comprar brazos que te ayuden para pelear contra un enemigo indetenible que puede diezmar pueblo con facilidad—

—Pueden tomar todo lo que les traíamos, pero aun así acompañarme es mera decisión suya vine a darles el aviso que pronto se librara un gran conflicto en dicho pueblo así que deben escoger si responden o permanecerán aquí, aunque mi pueblo caiga en el conflicto será cuestión de tiempo para que ataquen Guayacanes hacerse con la estación y proseguir con demás pueblo para que así tengan toda la región bajo su mandato, si los enfrentamos ahora existe la posibilidad de hacer un cambio—David tomo asiento en una carreta mientras notó el terror y odio en los pobladores, vestían harapos, otros estaban en extrema delgadez y parecían poder desfallecer en cualquier momento.

—Este pueblo fue arrasado y no podíamos tan siquiera salir a pedir ayuda y justo ahora nos encontramos tratando de establecer un campamento y cultivar para tener que comer, ir a pelear por una posible victoria es un suicidio que no podremos atrevernos a cumplir solo por tratar de vencer aquellos que nos hicieron tanto mal—el padre de Carmen había tomado el liderazgo del pueblo desde que Lázaro dejo morir congelado al alcalde.

—Tengo entendido que cuando este pueblo fue atacado en tiempo posterior Lázaro se marchó y dejo hombres aquí vigilando sino me equivoco—David recordó la conversación en la casa de Dante.

—Si eso sucedió ¿Qué pasa con aquello? —preguntó una mujer entre la multitud alrededor de las carretas.

—Hace poco un hombre llego a mi pueblo, vestía de blanco con espejuelos oscuros y largos revólveres, mató a uno de los asesinos personales de Lázaro y nos contó a mí y al Alcalde sobre lo acontecido en Garzota y Juján, de cómo se encuentra cazando a Lázaro sin descanso e incluso al comienzo desconfié de él y pude comprobar que tiene una habilidad digna de temer, pero ahora me queda claro que en verdad mató aquella docena de tipos que resguardaban este pueblo para Lázaro—había sembrado la semilla de la duda entre todos, los pobladores sentían estar en deuda ante su salvador aquel que denominaron el pistolero blanco y les pudo dar al menos un poco de paz entre tantos escombros.

Recordaron así como la vigilancia constante de dichos asesinos los mantenía atemorizados, los abusos perpetrados eran inconcebibles, pero un día llegó con un sombrero de ala ancha una abrigo grande de cuero y piel en el puño vistiendo de blanco, como aquel hombre acabo con una docena de asesinos con disparos estruendosos en menos de una hora y les pidió a todos explicar que sucedió en el ataque de Lázaro, se fue indicando que si un día sus caminos se volvían a cruzar le gustaría compartir una buena comida y celebrar con bebida por días mejores.

Aquel sujeto enterró dichos cuerpos tan nauseabundos y ayudo cargando escombros, poseía una fuerza envidiable y no demostró fatigo alguno ni necesidad de comer para saciar su estómago o de sed, e incluso muchos pobladores mencionaban que lo veían pasear por los límites del pueblo en las noches hasta el amanecer.

—Juan Batista, “El Pistolero Blanco” es nuestro salvador y si él se encuentra con ustedes entonces partiré allí en nombre de mi difunta esposa y mis amigos caídos para levantar mi arma ante aquellos que solo buscan muerte, tengo una deuda que pienso saldar antes de morir y no quiero que mi hija me vea esconderme y rechazar combatir junto al hombre que salvo nuestro pueblo, mi nombre es Joaquín Vera un ex policía de este pueblo—

—Perfecto y digno de respetar mi estimado Joaquín, así como tú todo aquel que desee saldar deudas y favores puede acompañarme, pero también serán bienvenidas las personas que puedan aportar ayuda en el refugio que se prepara en el pueblo—

—Iré junto a ustedes, de muy joven fui enfermera y podría quizás ayudarles un poco—la señora Dolores Trujillo se fue acercando hacia David mientras Carmen corrió abrazándole.

—Si mi madrina y mi padre van yo también pienso acudir, ayudaré a las personas en lo que sea necesario—Carmen estaba deicida y aunque se encontraba afligida aun por la muerte de su madre en el ataque de Lázaro quería seguir a sus pocos seres amados para no perder la esperanza.

El valor de solo tres personas y recordar la hazaña de Juan Batista obro en el corazón de varios de los presentes cerca de dos docenas de hombres decidieron ir para intentar pelea por su honor, un par de mujeres y el médico del grupo los acompañaron mientras el resto acordó establecer un gran campamento que celebraría una fiesta enorme en caso del retorno de los aventureros.

—En vista de que han decidido un buen número de personas primero organizaremos dicho campamento y mañana temprano partiremos hacia La Alborada para así estar lo mejor preparados—David dio órdenes a sus hombres de comenzar a remover escombros y repartir víveres en grupos.

La noche fue amable y no poseía vientos agitados que supieran estremecer los huesos, pero el frio era tan acogedor que incitaba al sueño y la oscuridad casi se había hecho con el pueblo de no ser por las lámparas que adornaban el campamento establecido alrededor de la alcaldía.

Los hombres de David resguardaban por turnos el campamento y sentían ansiedad del conflicto a librarse, muchos de ellos fueron personas con poco enfrentamiento con delincuentes y solo unos cuantos formaron parte de la Guerra la cual recordaban con amargura y ansiaban evitar un enfrentamiento digno de ser nombrado batalla.

— ¿Siendo sinceros tú crees que podremos ganarle aquellas bestias? —preguntó David mientras se acercó a Joaquín que estaba sentado viendo el campo.

—Esos sujetos liberaron una niebla espectral temible, una masacre fue suscitada y solo vimos cuerpos caídos en el momento que el viento la disperso, el sujeto de piel oscura del grupo de Lázaro se llama Fernando y es un sujeto enorme que logró resistir un par de disparos hechos por amigos míos a los cuales con un movimiento de la mano les arrebató las cabezas y Lázaro es el más curioso de todo aquel circo de monstruos.

—Suenan a sujetos dignos de temer, pero en nuestro lado existen una buena cantidad de hombres dispuestos a recobrar todo lo perdido, ¿Qué te refieres con ser el más curioso? —David sintió intriga sobre sus enemigos.

—Él de alguna manera no era alcanzado por las armas, en otros momentos los revólveres explotaban en la mano de quien osaba hacerle daño y su sola presencia congelaba el ambiente, hacía sentir que el aire escaseaba y parecía ver hacia todos lados y lo más curioso fue el hecho de que según el alcalde aquellos sujetos pertenecieron a la Prisión del Fin del Mundo—David recordó dicha mención por parte de Juan Batista, pero desconocía información sobre aquel lugar.

— ¿Qué es dicha prisión y donde se encuentra? —sentía ansias de conocer porque Juan y Lázaro con sus hombres cumplieron sentencia en aquel lugar.

—Cuando estuve en la guerra al finalizar me mandaron de expedición a Tarqui y junto mi grupo logramos hallar un pueblo que fue arrasado, posterior a ese pueblo existían hectáreas inmensas sin ninguna planta, monte u árbol creciendo, todo era un campo descampado que al final mostraba un enorme pozo que había funcionado como una prisión de nueve pisos que alojaba presos políticos, asesinos, rebeldes del gobierno tiránico y en sus últimos días alojo a tres de las personas más importantes y con las recompensas más altas en todo Tarqui—

—¿Quiénes eran esas personas que mencionas y cuáles eran sus recompensas?, recuerdo que en aquellos años Tarqui ofertaba dinero por la cabeza de políticos de oposición, pero todo era pagado en oro no en balde se rumoreaba que había descubierto un viejo deposito indio que financio el aumento del armamento militar por lo cual se desató la guerra—

—El primer hombre en llegar a dicho piso fue el Coronel Lázaro Antonio León Olmedo de la Santísima Trinidad por haber perdido la Guerra Naval de Tarqui contra el partido Liberal, toda su población y hombres se vieron diezmados así que después de un par de años de esconderse en la Guerra del Fin del Siglo se entregó a la prisión, su recompensa era en aquel momento de sesenta kilos de oro por encontrarlo vivo o muerto, el segundo hombre en llegar fue conocido como El Libertador José Antonio Palacios quien encabezaba el movimiento revolucionario y el partido liberal del país con el afán de tomar el poder y detener la Guerra su recompensa fue de setenta y cinco kilos de oro y el último en llegar fue un pistolero que trabajo bajo órdenes directas del dictador Don Ecua que se dedicó a eliminar personas peligrosas para el gobierno, criminales que hacían quedar mal la seguridad de la que presumían los militares y cazaba todo aquel que atente contra el orden público fue un pistolero temido por tener en su haber más de cien bajas con sus armas, fue encontrado en un pueblo donde se refugió para vivir en paz y confinado a la prisión por no desear seguir ordenes, su nombre era desconocido pero su recompensa era de un total de cien kilos de oro y le apodaron “La Bestia” —

— ¡Joder! ¡Maldita sea! Tanto oro podría ser usado para revivir todos los pueblos que han sido arrasados y mejorar los caminos, pero nunca había escuchado recompensas tan altas, aunque sabes la mención del último sujeto me es familiar y el segundo debo suponer que es el Lázaro que ataca los pueblos—David sintió inquietud en que sus dudas sean confirmadas.

—El pistolero que menciono al igual que esos dos sujetos nunca fueron hallados sus cuerpos, hubo una fuga de reos pero entre ellos solo existió un hombre que no constaba en registro y dicho grupo era comandado por Lázaro “Supay” como le conocen a nuestro enemigo, pero la edad del Coronel en aquel entonces se aproximaba entre cuarenta y cincuenta años así que los datos se vuelven confusos, mientras que hubo menciones de que en pueblos cercanos fue visto un pistolero con dos largas armas de nombre Juan cazando a todo aquel que se aprovechó del caos del fin de la Guerra así que cuando vi al pistolero salvar el pueblo con tales armas supuse debió ser él, de alguna forma sobrevivió a la prisión y a los años siguientes para estar en esta región cazando a Lázaro—

—Vaya es increíble como el mundo se achico de tal manera, dichas recompensan ya no significan nada para Tarqui desde que cayó el país se sumió en una miseria enorme y dudo logre resurgir en pocos años, pero también los orígenes tanto de Lázaro y Juan son bastantes extraños aunque lo único que me concierne es que triunfemos ante tales bestias que se hacen llamar los Purificadores—David sentía calma de tener a Juan de su lado después de aquella breve reseña, supuso que este era el mismo pistolero que fue encarcelado y habitó un infierno encarnado, era un hombre de tal templanza que se dedicó a luchar por justicia aunque sentía pena por un ser tan comprometido que al parecer había dedicado su vida a la muerte.

—Sí, conforme cayó la dictadura las recompensas fueron eliminadas y aunque en este momento Tarqui se encuentra sufriendo aun las consecuencias de la derrota existen muchos rumorean que el país podría resurgir por hallazgos de pozos de oro negro—

—Sería bueno para ellos, pero si logran volver a fortalecerse y ansiar atacar nos veríamos inmersos en otro conflicto—David consideraba que de haber otra guerra en pocos años incluso la nación se vería afecta por no haber sacado provecho de la anterior la cual solo fue en defensa.

—Sí, diciéndolo de esa forma es una gran verdad, pero esperemos que el destino decida y a su vez se encuentre a nuestro favor por esta ocasión contra aquellos monstruos—Joaquín sacó un cigarro y comenzó a prenderlo mientras contemplaba el campo, vacío sin cultivos bañado por la luz de luna llena.