Decimo Tercer Capitulo

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Capitulo Anterior: La Sentencia

Dante se encontraba rumbo hacia la casa del alcalde, pero fue interceptado por este, David y un policía.

—Me encontraba rumbo a su casa padrino—vio como David transmitía preocupación por la cara llena de cansancio que ostentaba.

—Considero que lo más idóneo sería reunirnos en tu casa y conversemos de varios asuntos importantes— la voz de Vicente era seria y cortante.

—Entonces de ser así vamos es lo mejor en este caso—dio media vuelta y giro, aunque sentía curiosidad de tener un preámbulo sobre los temas a tratar decidió guardar parte del silencio sepulcral que compartían.

Caminaron juntos en silencio y al cruzar el jardín de la casa de Dante lograron visualizar a la derecha algo que los dejó sorprendidos, el policía que los acompañaba fue noqueado por un sujeto de ropas claras y abrigo oscuro, David desenfundó su arma con velocidad y en dicho momento recibió una patada con tal fuerza que lo mandó al piso y sintió su cuerpo estallar de dolor. Dante no cargaba ninguna arma con su persona, pero intentó abalanzarse sobre el asaltante que con velocidad de vértigo desenfundo dos grandes revólveres mientras lo apunto y a Vicente.

—Ustedes y yo tendremos una conversación, pero primero quiero asegurarles que no planeo hacerles daño el problema radica en que me persiguen como un animal en este lugar y necesito un seguro en caso de inconvenientes—la voz del tipo era rasposa y mientras apuntaba veía como David se retorcía de dolor.

— ¡Que mierda te pasa! ¡Malnacido! ¡Deja que me levante y te haré pagar! —David había vomitado por dicha patada en el estómago, sentía como el dolor le obligaba a mantenerse encogido en pose casi fetal.

—Amigo créeme que no es nada personal, pero te vi en el hostal y tu reacción aquí fue la adecuada así que antes de existir un muerto alégrate que solo te inmovilice, ahora te pido que recojas al sujeto noqueado y todos entraremos a la mansión, pero nadie saldrá, ni gritará—

—David haz lo que dice el sujeto y adentro trataremos de entender todo lo que sucede sí, pero coopera con él por favor—Vicente sentía que aunque tendrían que reunirse con Lucio por haber hablado con el extranjero les sería mejor una conversación directa aunque sea como rehenes, hasta el momento el tipo tenía en su haber acciones nada malas con el pueblo.

— ¡Lo haré! ¡Pero si ese idiota hace algo juro que comerá pólvora y aún muerto le seguiré disparando! —Refunfuñaba mientras se incorporaba.

Entraron a la casa donde Dante llamó a todos los empleados y les pidió de favor se mantengan en calma, Vinicio en un principio sentía algo de temor de ver aquel sujeto por sus armas y de la manera en que entró, mientras que José lo vio sorprendido como si le conociese.

Todos tomaron asientos en la sala y fueron acomodados de una forma que miraban directamente hacia Juan Batista con excepción del policía que yacía desmayado aún.

—Les pido disculpa a todos los presentes por encontrarnos en una situación tan incómoda y a su vez con quienes requerí usar mi fuerza, pero si les he reunido en este lugar es por la situación que acontece al pueblo—su voz era bastante amigable, transmitía empatía y auténtica preocupación.

— ¿Qué sabes tú sobre lo que sucede en el pueblo? Solo eres un extranjero que mató un sujeto en el hostal y al parecer te buscan personas peligrosas—David tenía desagrado por tal tipo, no solo se le había escapado ahora le agredió también y su honor estaba manchado.

—Soy un extranjero como ustedes dicen, pero si me buscan personas así de peligrosos es porque yo soy el depredador de ellos, hace años Lázaro o mejor conocido como el Demonio de los Andes ha tomado posesión del tráfico de droga, armas y sicarito, su presencia es notable en la región y sus recursos bastos sin sumar todo el caos que puede producir una sola aparición suya—guardo uno de sus revólveres y sacó una moneda de dos caras del bolsillo de su camisa.

— ¿Qué asuntos tienes con él y que deseas de todos nosotros? —Dante veía aquella moneda con asombra y le interesaba poseerla por su brillo.

—Yo le estoy cazando desde hace muchos años, es un peligro su existencia y me dedico a cazar personas de ese tipo, pero de ustedes solo deseo cooperación en lo absoluto, en algún momento el grupo de Lázaro en Garzota vendrá y atacará el pueblo, si este pueblo cae irá hacia Guayacanes para así poseer una parte de la ruta del tren y eso solo significa más problemas—

— ¿Acaso estuviste en Garzota y lograste ver que sucedió en aquel lugar? —José pregunto mientras lograba ver la moneda con asombro, le recordaba una historia, pero no sabía cuál.

—Sí, logré cruzar el muro invernal y dentro de él vi como sufrían aquellas pobres personas, no tuvo facilidad de acercarme hacia Lázaro por la vigilancia constante del Coronel de la Cruz que ejerce como guardián de aquel lugar y me retiré no sin antes obtener un diario de un comerciante que fue entregado a su madre como un favor por haberme ayudado a conseguir información—

— ¿Acaso el nombre del comerciante era Carlos? —volvió a preguntar José inquieto por dicha mención.

—Sí, el trabajo como tesorero de los hombres de Lázaro a la fuerza pocos días y logró averiguar que están recolectando oro y dinero para poder financiar algún tipo de guerra o movimiento rebelde que desean iniciar una vez obtengan Guayacanes, también supo indicar que existían sobornos y amenazas hacia políticos de la región por lo cual no eran mandados refuerzos a los pueblos para subyugar sus planes—

—Una última pregunta ¿Qué pasó con el comerciante?, era mi amigo y me interesa mucho saber su destino—José trago saliva mientras esperó la respuesta con nervios.

—Fue acribillado por los hombres de Lázaro, había pactado reunirse conmigo una última vez y al no poder le busqué, lo encontré desangrándose y viendo como la vida se le escapaba entre sus dedos, solo supo decirme en aquel momento que aunque no fue buen comerciante pudo ser un buen informante y murió sonriendo—Juan sonrió mientras relato dicha escena, de verdad aprecio el esfuerzo de aquel comerciante.

—Él siempre quiso ser alguien en su vida, pero justo en el último momento supo para que servía, me siento feliz en cierta forma por él—dijo José mientras contuvo una lágrima por aquel amigo suyo de la infancia.

—Me alegro mucho de saber que cumplió su cometido y así como él debe existir muchos que sacrificaron todo por sus seres amados en esos infiernos que crea Lázaro, sé que están temerosos y llenos de duda, pero si desean vivir deben o bien huir ahora o pararse firme contra aquel bastardo que no hace más que quemar todo a su paso y reír como bestia enloquecida—su tono de voz era grave transmitía enojo y lleno los corazones de todos los presentes de valor.

—Usted es aquel sujeto que fue a Juján y mató una docena de hombres que habían quedado a cargo del pueblo después que ese tal Lázaro atacó, el primo de José me lo supo comentar—Doña Nelly le veía con admiración, había oído de la voz de un pobre hombre temeroso como un sujeto armado con dos grandes revólveres abatió a una docena de asesinos y les libero de aquellos demonios, aunque la locura y caos arrasaron con el pueblo fueron felices después de tanta muerte.

—Sí, yo fui quien les arrebató la vida y gracias esa acción Juján aunque está destruida se encuentra libre de la influencia de Lázaro por el momento, como pueden escuchar solo existe un bando y es el que desea ver muerto a ese bastardo junto a sus hombres, les pido que sepan decidir pronto y a su vez no sean violentos conmigo por mis acciones acontecidas hace pocos minutos, pero era necesario ya que la situación es difícil—tomó asiento mientras cruzo las piernas y los veía a la cara.

—En pocas palabras nos das las opciones de escapar de aquí, dejar nuestras tierras en manos de esos salvajes y probar suerte para que después ellos sigan asolando todos los rincones y vuelvan a dar con nosotros o mantenernos firmes y luchar por nuestro hogar—Vicente se levantó y comenzó a caminar en la sala alrededor de todos, Vinicio le miraba intranquilo sentía tensión en el ambiente.

—Por supuesto eso es lo que espero de ustedes y pueden escoger o si desean atacarme pierden tiempo, escaparé y seguiré en lo mío, pero mejor conviene que tanto ustedes que son el pueblo junto a mí que soy la justicia demos caza a dichas bestias—

— ¡Justicia! ¡Tú un pistolero vulgar y salvaje que viste de blanco se llama justicia! —David se levantó de su asiento y rompió en risa, eres un asesino cazando a otro que se justifica en sus cañones para desatar violencia, bestias como tú existen por montón en los campos de guerra y créeme que no eres nadie especial.

— ¡Que has dicho maldito bastardo! —Juan se incorporó y camino hacia los presentes mientras sacó ambos revólveres, todos se encogieron del susto y pensaron que su irá fue desatada, entonces se dispuso a sacarse los guantes y continuo con las vendas que cubrían su piel. Sus manos poseían innumerables cicatrices de cortes y disparos, se veían arruinadas y tenía leves marcas de quemaduras, sacó sus anteojos y se pudo notar que tenía heterocromia, pero poseía una cicatriz sobre el parpado del ojo derecho de cuchillo y en la comisura de su boca una de bala, su cara parecía menos fina que hace unos momentos y su piel se notaba enrudecida de muchas heridas.

—¡Yo vi los cañones del Gran Buque Orión ser destruidos en la Guerra Naval de Tarqui, contemple el fuego envolviendo la selva de Paquín en la Guerra del fin del Siglo, sobreviví en el gran Círculo en el noveno piso junto al  Gran Libertador, estas armas que luzco fueron forjadas con plata y metal de un pueblo masacrado por haberme acogido y desde allí se encuentran conmigo, sus cañones cuando son usados ensordecen a cualquiera y les recuerda el sonido de un relámpago, en una ocasión herí en una mano al mismo Lázaro obligándolo a huir y en otra logré hacer temer incluso a Samael Yana el demonio de las montañas, vago por estas tierras cazando todo aquel que sea una amenaza para las personas inocentes y mis revólveres han disparado cientos de veces hacia los injustos, así que si dudas de mi puedes salir tú mismo a salvar el pueblo—su coraje era tan grande que los presentes notaron como se alteró y supieron que tales palabras de David ofendieron su orgullo, algunos trataron de entender dichas palabras y comprendieron que los sucesos mencionados acontecían hace un par décadas algo que no compaginaba con el aspecto joven de Juan.

—Comprendo tus motivos, pero me gustaría saber algo acerca de ti—Dante se levanto

— ¿Qué deseas saber? —se puso los anteojos y tomo asiento, se encontraba menos alterado.

—De ser ciertas todas tus afirmaciones y proezas puedo concluir que al igual que Lázaro no eres del todo humano, pero lo que más me interesa es saber qué harías después de que muera este y sus hombres, que objetivo tienes en mente—sentía curiosidad sobre si era solo un vengador o desearía usurpar el puesto del submundo de Lázaro.

—Soy un tanto especial, pero no me confundas como aquel monstruo de Lázaro y sobre la otra pregunta seguiré mi camino buscando personas que quieran generar problemas y eliminarlas, no necesito nada más que cumplir mi trabajo—su voz tenía tanta determinación que incluso David se sintió convencido.

—Entonces está decidido esto debe ser comunicado al pueblo, en pocos días llegaran más personas de Juján y podríamos fortalecer cada rincón del pueblo para evitar daños—comentó David.

—La niebla que azotó los demás pueblo e impide que las personas puedan saber que las ataca es el mayor peligro existente, de nada serviría que nos armemos hasta los dientes si se desata aquella calamidad sobre el pueblo—Vicente le temía a dicha bruma que se posaba para desatar un caos inimaginable.

—No va a existir ninguna niebla aquí, así que si ellos desean entrar a este lugar les puedo asegurar que será frente a sus cañones, pero les aseguro que el mayor peligro será Lázaro y aquel sujeto alto de piel oscura que lo acompaña—

— ¿Cómo nos puedes asegurar que aquella niebla que azotó los demás pueblos no se posará aquí y arrasará con todo? —Dante tenía dudas de como evitarían ser alcanzados por la niebla.

—Hay una persona en el pueblo conocido de todos, que puede encargarse de dichas maldiciones, pero mientras él hace su deber ustedes deberán pelear con aquellos que entren a las fronteras del pueblo, aquella persona siempre vigila desde lo alto de las montañas en ciertas ocasiones—Juan sonrió mientras todos los presentes solo recordaron un nombre “Lucio”.

—Está decidido, congregaré a todas las personas del pueblo cuando lleguen los refuerzos de Juján y daré un discurso para así cada alma que habita en esta tierra elija su destino también removeremos la recompensa de tu cabeza aquí, pero hasta eso ¿Qué harás tú? —Vicente sintió después de muchos años la emoción llenar su pecho, aunque era la misma sensación que lo invadió cuando mató al oso.

—Pienso ir a Guayacanes para hablar con alguien allí que podría ayudarme y me gustaría visitar a la familia de aquel comerciante, me contó un día que su madre fue quien operó al Coronel y deseo conversar con ella—

—Si piensas ir a su casa, podría ir contigo en el carruaje así no verían tu rostro los demás pobladores que siguen alborotados por lo sucedido—Dante le hizo una seña a Vinicio de que prepare el carruaje.

—Es una excelente idea, pero les pido a todos los presentes que guarden silencio por el momento y planeen como organizarse—Juan comenzó a seguir a Dante y Vinicio, pero de pronto David les cerró el paso.

—Si eres tan bueno como dices y combatiste en esas guerras debo entender que eres un extranjero que lo perdió todo ¿Por qué estas ayudándonos cuando podrías aliarte con Lázaro o dejar que nuestras tierras se jodan por lo que le hicieron a la tuya? —su pregunta era insidiosa, pero necesaria y los demás presentes también consideraron que era válida.

—No pertenezco a Tarqui ni a ustedes, solo pelee en las guerras de dicho país porque me encontré allí y por necesidad, no me aliaría con ese monstruo aunque mi vida estuviese en juego y lo único que hago es cazar y matar a todo aquel que busque crear muerte a su paso, parece poco creíble para ustedes pero se los debo a estas armas y aun cuando llegue el día que el cuerpo de Lázaro esté muerto yo he de seguir cazando, incluso ustedes envejecerán y morirán pero yo seguiré haciendo sonar mis armas porque ese es mi destino—su voz sonaba melancólica, parecía u castigo autoimpuesto.

—De acuerdo entiendo, estoy contigo—dijo David dándole la mano, en un comienzo le pareció un hombre peligroso y lo era, pero así como hay monstruos en este mundo existen otras bestias que se dedican a cazar sus iguales para equilibrar la balanza, claro está que los humanos no pueden matar a las bestias y de hacerlo se convierten en una.

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