Octavo Capitulo: Las Fauces de la Bestia

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Ya era el momento predestinado, la luna llena le alumbraba su expedición y acercándose a la puerta principal contemplo un candado que logro abrir con la llave recién obtenida, un hedor digno del infierno impregno el ambiente con tal fuerza que sintió haber liberado viento de aquel hospital.

Se había colocado mentol en ambas fosas nasales y una bandana sobre la nariz que cubría hasta su boca la cual tenía impregnada alcohol, era la única forma de poder evitar tal fetidez.

Logró ver como el monte habría crecido dentro del lugar y las ramas de los arboles destruyeron el concreto a su alrededor, parecía un hospital con una selva interna en la cual no podía escucharse ningún insecto.

Toda la fauna eran ratones, lagartijas y murciélagos que revoloteaban cerca de la cúpula ya destruida, la luna iluminaba el patio donde los asientos se habían deteriorado por el óxido.

Un silencio sepulcral invadía el manicomio y el aire era bastante escaso, frío y el viento hacía sentir cortes en la piel, pero la humedad era nociva.

El interior del hospital parecía una jungla digna de ser explorada, habían cucarachas por doquier, savilas, dulcamaras, manzanilla, matas de mango y monte de tal forma que parecía que décadas transcurrieron desde el fatídico día, con su modesto porte caminaba con sumo cuidado, las baldosas estaban resquebrajadas, algunas raíces sobresalían del piso y en otros lugares habían baches enormes como si topos habitaran el manicomio.

—Han pasado diez años y este lugar posee más vegetación que un cerro, ¿Qué carajos pudo ocurrir aquí?, mi reloj no parece funcionar y perdí la señal apenas entré—hablaba consigo mismo a menuda por la necesidad intrínseca de tener compañía aunque otros le miraran raro cuando hacía esto en público.

Diviso los pabellones más lejanos con las pinturas descoloridas y grandes garabatos, rayones de marcadores y marcas de golpes que debieron ser con algún objeto pesado. Ante él se encontraban dos escaleras una a cada lado así que eligió ir por la izquierda para inspeccionar que podría encontrar, los escalones eran de cemento y estaban agujereados algunos, otros al pisar emitían un crujido que le provocaba incomodidad.

Al llegar a la primera planta pudo notar que los pasillos poseían basura tirada, hojas re secas y enormes cantidades de polvo, a su vez habían camillas abandonadas y marcas de huellas con sangre en las paredes de tal forma que dedujo que aunque la policía entró al lugar junto a los paramédicos no aplicaron ningún tipo de saneamiento al lugar y solo lo clausuraron algo raro que atentaba contra los protocolos comunes.

Una habitación a la derecha se encontraba con la puerta despedazada, solo quedaban remiendos de madera oscurecida y mohosa, entró a dicha habitación y pudo ver un colchón viejo, pestilente con manchas de sangre y lo que parecían dientes en el piso junto a una cómoda dañada, no encontró fotos ni tampoco algún tipo de nombre que indicara a quien perteneció la habitación, en los remiendos de la puerta quedaba la sombra de la placa que sirve de identificación así que la duda era si la placa fue arrancada antes de la policía o después de ellos.

Conforme exploraba el piso pudo notar que todas las habitaciones tenían las mismas medidas y estaban en condiciones iguales, no había nada distinto con excepción que algunas poseían más huellas de sangre que otras.

Estaba explorando el pabellón con mayor lujos, pero no pudo divisar ni un televisor, cuadros decorativos o algo específico que denotara valor en los cuartos así que existía la posibilidad que la policía robó dichos objetos y los remató con la excusa de ser parte de una escena del crimen y merecían ser transferidos o que hubiesen entrado personas a saquear en la década que el hospital permaneció clausurado, el problema es que no imaginaba alguien merodeando por estos lares solo con el interés de obtener un televisor por un par de billetes.

Al haber inspeccionado toda la primera planta siguió subiendo, pero notaba rasguños en las paredes, manchas en los escalones, la violencia que atestiguaron las paredes parecían ser mayor en las paredes de dicho piso y el olor a este también le atormentaba la nariz.

Los corredores tenían sillas y colchones despedazados, había una mayor cantidad de huellas de sangre como si se aferraran al piso y las paredes, algo parecía haberlos jalado con fuerza. Siguió escarbando para buscar algún papel, libreta o un lugar donde estuviese un apunte, no había ni un nombre o algún dato en los dos pisos que investigo y le parecía extraño, conforme caminó el pasillo llegó a las escaleras para subir al piso más alto y a cada paso en los escalones sintió más frío como si viento corriese por ese lugar.

Los pasillos estaban desteñidos, una enorme cantidad de colchones taponaban un tramo y le era imposible visualizar bien que podía haber allí atrás, no existían tantas marcas de sangre y en su criterio notó que eran menores a las del primer piso que inspeccionó. Los signos de mayor violencia se suscitaron en el segundo piso por lo tanto lo que sea que ocasionó todas esas marcas se alojaba en el tercer piso y aquella barricada debía detenerlo, entonces caminó en sentido contrario para llegar por el otro lado en vez de ir de frente contra los colchones.

Su linterna alumbraba lo suficiente, pero la oscuridad era tal que sentía como si estuviese internándose en el mar y fuese tragado por las sombras, durante años de trabajo nunca había encontrado un lugar tan lúgubre y con una historia que intimida, pero la suma de dinero ofrecida era imposible de rechazar.

Las habitaciones tenían enormes grietas en sus paredes, golpes y más eran las marcas que se podían atisbar, pero lo más extraño fue cuando llegó hacia la murallas de colchones, había una enorme mancha de lo que creyó hace mucho debió ser sangre y dientes tirados en cantidades enormes, a su derecha quedaba una habitación la cual en el marco de la puerta poseía marcas de haber sido golpeado con un martillo o algún objeto contundente.

Entró y pudo notar que las paredes tenían golpes, habían marcas de puños pero con una fuerza de martillo y a su vez bastante manchas de sangre en la entrada y una cama se encontraba en su lugar, era la primera vez que encontraba en una habitación algo así, por lo tanto asumió que aquel que ocupara dicha habitación era el causante de tanta violencia, la barricada estaba cerca de su habitación y había señas de forcejeo es decir entraron a contenerlo en el cuarto y el los atacó.

Logró encontrar varias palabras talladas en las paredes, eran muchas y en distintas partes: finca, lobo, tesoro, pistolero, Toronjal, padres, zurdos, Lázaro, sombras, cóndor, fuego, malecón, cabezas. Ninguna significaba nada para él, pero Toronjal le pareció nombre de pueblito mientras que Lázaro era el primer nombre que hallaba en todo el manicomio.

Ya había explorado todo el primer pabellón que perteneció a las personas con mejor estatus por lo tanto quien hizo tales actos violentos en dichos pisos debió ser el interno de aquella habitación con esos mensajes crípticos los cuales anotó y tomo foto, no poseía señal alguna por lo tanto le fue extraño que su reloj también se dañara exceptuando que el de su celular por no marcaba una hora correcta, parecía no avanzar y supuso que debía llevar al técnico dicho aparato.

—A la derecha de la plazoleta está el pabellón que sirve de bodega, a la izquierda el de los pasantes y al fondo aquel que albergó los pacientes más peligrosos, como veo la situación será mejor ir primero hacia la derecha y dejar la zona más peligrosa para el último—habló consigo mismo a manera de sentirse acompañado entre tantas marcas de violencia y sangre comenzó a experimentar escalofríos repentinos.

Caminando por la plazoleta podía observar los asientos carcomidos por el óxido, muchas sillas tiradas y los cristales del techo de vidrio que tuvo en algún tiempo, era difícil caminar entre tanto obstáculo considerando la vegetación.

La plazoleta era un lugar inquietante, el ambiente de haber sido casi devorada por las plantas y encontrarse con grandes huecos le hizo sentir incómodo, imaginó que dicho lugar en perfectas condiciones debió ser el lugar favorito de algún interno por no asumir que quizás también de los médicos, pero ahora era deprimente y el camino que llevaba hacia la bodega estaba todo agrietado por las ramas que crecieron.

—Por un carajo, debo pisar con cuidado o podría dar un paso en algún lugar fofo, este es el peor de mis trabajos ya comprendo la maldita paga—se quejaba en voz alta para sentirse acompañado, la bodega estaba enfrente de él y pudo notar que la puerta había sido forzada como si alguien se hubiese ocultado y lo sacaron a rastras porque existían unas marcas de dedos haciendo fuerza en los marcos del lugar.

—Es increíble pensar que este lugar existe en la ciudad, peor aún que el caso no resonó tanto y ahora después de diez años debo buscar una pista de que sucedió en este lugar que es lo más cercano que me encuentro del infierno… bueno por ahora—abrió la puerta y sintió un aire lleno de humedad, madera carcomida vieja y óxido como si fuese una ventisca.

Usó la linterna para guiarse en las tinieblas pero solo veía cajas llena de implementos médicos descompuestas por el agua que había filtrado gracias a las goteras del techo, también notó que muchas cosas estaban esparcidas como si una pelea existió en dicho lugar en algún momento, tomó un par de fotos y vio un anuncio que mencionaba que en el segundo piso se encontraban las habitaciones de los guardias de seguridad, enfermeros y un comedor, esto último le dio cierto desánimo, el poco tiempo que tenía en el hospital lo que más le molestaba aparte de tu aspecto lúgubre eran los olores nauseabundos y suponía que en dicho sitio encontraría comida en putrefacción, maldijo una vez más y se dispuso a subir mencionándose que pediría un aumento en su tarifa.

Al culminar la escalera pudo contemplar habían tres letreros, a la derecha era el pabellón donde se encontraban las habitaciones de los guardias, izquierda los enfermeros y al fondo el comedor así que dispuso que lo mejor era iniciar por los enfermeros y dejar al último la zona de alimentos.

Comenzó a inspeccionar las habitaciones y no encontraba nada, ni fotos, nombres en las puertas debido que parecía que crearon placas, pero estas fueron arrancadas y también notó que no había ropa, lo normal era que cada prenda de vestir posea el apellido y nombre del enfermero, pero eso no sucedió solo notó que todo estaba desarreglado como si se hubiesen ido de apuro pero no había señas de violencia en las puertas lo que le hizo suponer que lo que sucedió en el primer pabellón que visitó debió ocurrir quizás primero y notificaron a todos los enfermeros ir allí de urgencia.

Indagando en la sección de los guardias de seguridad notó lo mismo, todo había sido dejado al apuro, pero en el último cuarto encontró algo curioso, una baldosa estaba partida en la punta y se encontraba debajo de la cama así que movió la cama y trató de sacar la baldosa que se encontraba parcialmente hueca, en su interior pudo notar una funda plástica que al abrirla contenía un sobre manila que albergaba un diario, bastante viejo por el hecho de poseer sus páginas muy amarillentas aunque la funda y el sobre no lucían tan antiguos, supuso que el diario era incluso más viejo de lo que aconteció en el hospital, pero fue encontrado por un guardia que lo ocultó por alguna razón.

—Es la primera pista que logro encontrar en este maldito lugar, pero lo mejor será que revise el comedor y cuando ya esté todo chequeado allí si dedicarme a darle mi tiempo antes de avanzar—pensó que el trabajo más duro estaba por llegar así que se encaminó al comedor y cuando entró quedó sorprendido.

Todo estaba en su lugar cubierto de polvo, no había nada desarreglado ni regado, el único aroma que pudo percibir era el de la humedad, polvo y óxido, era el sitio más ordenado en todo el hospital y aunque eso le aliviaba le incomodaba ¿Por qué todo esta tan bien guardado y en su puesto cuando hay un reguero de sangre en el primer pabellón? ¿Qué diablos pasó aquí? Se hacía preguntas para tratar de discernir que pudo ocurrir.

Camino por todo el comedor y notó que no había residuos de comida e incluso se metió en la cocina y tampoco encontró nada, ni un saquillo de arroz viejo o de papa o verduras dañadas, todo el lugar había sido saqueado e incluso no encontró cuchillos, sean largos o chicos no había ninguno y le hizo extraño que ni siquiera existían los típicos cuchillos para cortar pan o carne, pero los demás utensilios si estaban.

—Este lugar es cada vez más extraño que me encrespa los nervios, sé que visitar el subsuelo es actualmente peligroso pero dudo que esto se le quede atrás—