Capitulo Anterior: Preludios del Amanecer
Caminaron durante
minutos caminando hasta llegar al centro del pueblo, Belén se despidió con un
beso en la mejilla que en un mal movimiento de cuello podría haber sido en la
boca y Dante siguió hasta su casa, no había tan siquiera ojeado el diario, pero
si le carcomía la mente saber que ocultaba este y si acaso tendría tanta
relación con aquellos tipos del otro pueblo.
Entró en la casa
y de costumbre saludo a todos, subió las escaleras mientras hablaba con Vinicio
sobre su visita.
—El dolor está
haciendo sufrir a la pobre mujer —dijo Vinicio mientras subía el último
escalón.
Antes de dolor
note algo en sus ojos, creo que era desesperación— abrió la puerta de su
habitación.
— ¿Desesperación
hacia qué? —le vio curioso.
—Al hecho que su
hijo está en un lugar que es intocable para muchos, fáustico como dirían otros
y quizás muerto como asume el pueblo.
—Puede ser,
quizás no se dé la situación que sufra, no es desear el mal, pero usted
entiende que ante el dolor a veces escogemos la muerte.
—Es verdad… voy a
leer el diario y pensar un poco sobre mi día, pasa bien Vinicio.
—Igualmente,
cualquier cosa llame a José, está en la sala.
El diario tenía
una pasta de cuero algo desgastada y con bordes dorados, era delgado y parecía
que varias de sus hojas fueron arrancadas antes.
Había despejado
totalmente su mente, sentía la brisa en su piel chocar y como las hojas del
diario eran frágiles, pero un peso extraño invadía el diario, como si cargara
una gran verdad o la vida de alguien en sus manos.
El titulo era
simple y no mostraba ningún tipo de particularidad grande.
Diario de
Carlos
14 de abril.
En mi trabajo de
comerciante he viajado lo suficiente para reconocer cuando un lugar es próspero
y también que lugares están en el abismo de la miseria.
Garzota era la
capital del comercio de la región, sus telas, sus especias y todos los
artículos curiosos que vendían aquí facilitaban el entorno para quien gana la
vida como yo.
No solo ha
perdido el estandarte de ser un lugar prospero, se volvió una prisión con un
muro de invierno inquebrantable y mortífero, las personas trabajan solo para
comer algo y en las calles no hay más que hambre y adictos, el pecado está a la
vista, se respira y rasga las heridas de la piel para poder entrar.
El único lugar
donde se puede socializar y obtener información es el bar, todos los otros
lugares son huecos de miseria sin ningún brillo en especial, muchas personas
dicen que haces pocos años llegaron unos sujetos; “Los Purificadores” se hacen
llamar, tomaron el pueblo, mataron a los policías de turno y al mismo Alcalde
en un acto que parece magia en medio de una cortina densa de niebla.
Vine con el afán
de poder comerciar unos anillos de oro y tratar de ejercer como tesorero, pero
no hay a quien vender, todo lo que tenga valor fue decomisado y solo los dejan
trabajar para comer.
Algunos hombres
se han unido a los invasores, a cambio de patrullar el pueblo recibe comida,
han corrompido a otros con sus drogas y los delincuentes fueron asesinados
todos en un solo día.
16 de abril.
He logrado
averiguar que algunas personas fueron permitidas abandonar el pueblo antes que
la gran muralla caiga, los que intentaron huir murieron todos y sus cadáveres
fueron mostrados en la plaza, gracias a cambiar un anillo de oro he conseguido
estadía en una habitación en el bar, hay peleas en las calles, muchas terminan
con golpes hasta que llegan los guardias y separan.
En el bar se está
volviendo común ver seguido a unos cuantos purificadores, en días pasados un
sujeto que patrulla comenzó a discutir con un adicto y le disparo, las armas
solo las tienen ellos ahora, en cuestión de minutos llegaron dos purificadores
y le dispararon en las rodillas para llevárselo.
Al comienzo era
difícil distinguirlo, pero ahora es fácil, los purificadores siempre cargan un
pantalón negro, camisetas blancas o negras y un tatuaje en algún brazo, muchos
dicen que son extranjeros y otras personas creen que deben ser mercenarios
contratados por su líder.
Las calles huelen
a muerte, sangre y droga, no hay esperanzas aquí, muchas personas viven aterradas,
otras dicen que desde que el Coronel tomo las riendas todo se volvió brutal.
Aquel hombre es
un juez y verdugo, la ley es su palabra y su mirada causa pánico de muerte a
todo aquel que lo mirase con algún odio.
La imagen de
hombre justo y de deber cívico que inspiraba ha cambiado en su totalidad,
muchos le temen y sienten pavor de pronunciar sus nombres tan siquiera y solo
se refieren como “Mi Coronel”.
19 de abril.
En el bar nos
interrogaron a todos, me escogieron para ser el nuevo tesorero del pueblo y que
el día de mañana tendría que hablar con su líder.
Las personas del
bar me recomendaron cuidar mis palabras, no decir que tengo familia y evitar
ser agresivo hablando.
Un hombre del bar
relata que logro verlo la primera vez que llegaron, según dijo era alguien con
una mirada fría como las montañas y con una sonrisa sucia como la de una hiena.
Las personas de
aquí trataron de comunicarse con el ejército y no obtuvieron ayuda, todos
esperan la muerte, nadie vive aquí, todos sobreviven, estamos en un hueco del
infierno que ha salido a flote en la tierra y juega con la leve vida que nos
queda.
Me dieron como
último consejo que me cuide de sus palabras, algunos creen que es brujo o no es
humano, aun no comprendo el hecho de que digan aquellas cosas.
21 de abril.
La alcaldía había
sido tomada como el centro de reunión para los purificadores, todas las
personas evitaban acercarse, algunos comentaban que el lugar emitía algún tipo
de energía negativa que los deprimía, no puedo afirmarlo, pero el ambiente es
denso, el aire se me escapa y lo poco que obtengo apenas me mantiene con
aliento.
En el despacho
principal pude notarlo, estaba de espalda viendo el pueblo, cabello crespo como
las cerdas de una escoba y tan negro como el carbón, sus ojos eran oscuros totalmente,
ojeras de mapache y su piel era igual a la de algún pescador quemado por la
faena.
Sus ojos me
miraron como si buscara algo en mí, levanto su mano y la movió haciendo algún
tipo de gesto, un sujeto se acercó y le hablo sobre que era el aspirante a
tesorero.
Me pregunto sobre
qué experiencia tenía y si era del pueblo, su voz era serena, pero fuerte y
note que sus dientes eran muy afilados, como de tiburón.
Le respondí a
todas sus preguntas, pero noté que en su mano derecha tenía un agujero en la
palma, como de un disparo, cuando vio que me sorprendí por eso me miro de una
manera despectiva, el ambiente se tornó pesado, me costó respirar, sentía calor
y un olor azufroso invadía la habitación.
¿Acaso él es el
Diablo o algún demonio?, mis pensamientos se tornaban confusos, frente a mi
tenía a un asesino, irradiaba un aura de miedo cerca suyo, como si fuese algún
animal peligroso.
Uno de sus
hombres entró arrastrando a un sujeto que imploraba que lo suelten, ataron al
pobre tipo a una silla y frente este tomo lugar el líder, Lázaro, como le llamó
un tipo gigante y oscuro a su lado.
Lo veía con
curiosidad, la misma que tienen las bestias por inferir que sabor tienen tales
criaturas, su mirada se tornó más clara y pude notarlo.
Sus ojos eran
negros, pero en el fondo había una chispa carmesí, un rojo que ardía como una
hoguera que devora leña y escupe cenizas.
Le puso la mano
al tipo que lloraba y comenzó a sentirse un olor a carne quemada, su mano de
alguna forma estaba quemando al otro sujeto que no podía hacer ya nada más que
morir, era una escena absurda para un ateo como yo, ante mí no estaba una
persona y menos un animal, sea lo que sea era un demonio peligroso y poderoso
sin compasión o pizca de humanidad alguna.
Después de
aquella escena me llevaron hacia una habitación grande, detrás de un vestidor
había una escalera hacia una bóveda donde había grandes cantidades de oro, era
tanto que me cegaba y hacia hervir la sangre del más codicioso, pude deducir
que aquel oro no era solo del pueblo, era absurda la cantidad y peor para un
pueblo, debía ser un tesoro que transportaban con ellos, me hablaron de que
debería contar cada pieza o moneda que me sea entregada y en los días
siguientes comenzaría.
30 de abril.
En mi trabajo veo como les quitan a las personas
sus posesiones más valiosas, las dejan con lo justo para comer y ellos devoran
banquetes en la alcaldía, las disputas comenzaron aumentar en contra del
encargado del pueblo, muchos dicen que hace poco tiempo solo era un hombre que
no caminaba y ahora gracias al Líder
había salido del olvido para ser juez y verdugo en el pueblo, su voz es fuerte
y todos le odian, aquel hombre fue uno de ellos y ahora estaba juzgándolo,
juega a ser Dios con obras demoniacas.
El bar fue
quemado el día de ayer, el dueño desapareció y parece que están ofreciendo
comida a quien informe sobre cuales personas están deseando represalias, unos a
otros se difaman, matan y destrozan.
La fraternidad se
ha perdido como la esperanza, cada día vivido son más horas de miedo a la
muerte y como podría llegar esta.
3 de mayo.
Son solo doces
purificadores los que están en el pueblo, muchos pasan en la alcaldía y solo el
de piel negra está cerca de Lázaro como le han llamado repetidas veces, otros
dos purificadores escoltan al Coronel donde sea que vaya, Lázaro no habla y las
pocas veces que interviene en una conversación nadie le cuestiona con excepción
del Coronel, hablan como si fuesen viejos conocidos, mencionan las Guerras
pasadas e historias de estas, su apariencia de treintón es opacada con los
relatos a flor de piel que cuenta.
Muchas personas
han muerto denunciando a otras, pleitos se han desencadenado y culminan con los
dos contendientes muertos a tiros.
Algunos tipos han
dicho que soy una especie de espía, que era demasiado amigo del dueño del bar y
que pienso robar, apenas he podido defenderme de estas acusaciones y mi única
esperanza es que este diario llegue para alguien que sepa usarlo, un hombre ha
llegado al pueblo hace dos días, carga espejuelos oscuros y un abrigo oscuro
desgastado, posee guantes negros de cuero y ropa blanca como la nieve, los
purificadores lo han estado buscando para saber cómo cruzo el muro de invierno,
pero este siempre desaparece, logre hablarle en las viejas ruinas del bar donde
el parecía buscar algo y le he pedido de favor que si sale del pueblo entregue
al diario a mi madre, ella merece saber de su hijo que se marchó de casa para
buscar fortuna, el pródigo.
Quien sea que lea
el diario y en donde se encuentre debe tener cuidado, yo aquí estoy perdido,
pero aún tienen tiempo de escapar o correr, nada escapa ante el invierno cuando
este toma posesión.